prólogo

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-¿En serio te lo comiste boludo?

La cara de desilusión de mi amigo era notoria, y aunque no podía ver en su totalidad, en sus ojos podía distinguir una falta de brillo.

-Capaz, puede ser, qué sé yo Facu... ya sabes que no vas a poder hacerme cambiar de opinión.- Las palabras se me mezclaban, y estaba casi seguro que esa oración había salido de mi boca con un ritmo sumamente lento.

-Creí que ya habíamos tenido esta discusión, pero bueno, hace lo que quieras Alejo.

Buonanotte reposó ambas manos al costado de su cintura y ya no se veía desilusionado. Más bien se veía enojado.

En mi cabeza se presentó un recuerdo; la madrugada de un sábado que me había hecho encontrarme con él en medio del camino.

Ahora acostado con Facundo intenté evitar todo tipo de pensamientos deprimentes de aquel momento, pero estos me invadieron en cuanto apoye mi cabeza en la comodidad de mi cama.

Facundo, aunque cargaba con unos tragos de más, me observó con esa mirada protectora.

Hablamos durante varias horas, no sé exactamente cuántas, pero en mi cerebro todas estas pasaron volando y llegamos a la conclusión de que yo no me merecía a un tarado como él.

Sin embargo, las migrañas que llevaba teniendo me hacían ver las cosas un poco extrañas. Tampoco voy a negar que esos vasos de fernet no le hicieran un favor a la situación que ahora estaba afrotando.

Pero yo no me arrepentía de haberme juntado con el que ahora era mi ex, y muchísimo menos de haberle admitido que todavía lo amaba. A pesar de que hace varias semanas, este se había tomado la molestia de decirme que lo nuestro ya no funcionaría, que necesitaba un tiempo, el cual tenía un rostro femenino, un gran cuerpo, y por supuesto, muchas cosas que a mí me faltaban.

-¿No pensas decir nada mas?- La voz de mi amigo en frente mío resonó de una forma violenta en mi interior. Se lo notaba completamente enojado.

A diferencia suya, yo estaba entre mareado y caliente. Para que mentir, Matías siempre sabía en donde atacar cuando de mí se trataba.

Soulé me susurró que deseaba estar a mi lado una vez más, que aquel mes distanciados le sirvió para aclarar todo. Él me extrañaba, lo podía ver en sus oscuros orbes, y por sobre todo yo lo sentía. No importaba que tan enfiestado estuviera yo en ese preciso instante, mucho menos como estuviera él.

Inconscientemente tiré la cabeza hacia abajo y lancé todo el piso.

La calentura, la emoción, la ansiedad, el enojo de mi mejor amigo, la pesadez de saber que este estaba decepcionado de mí, la felicidad de que volvería con mi amado chico. Y por alguna extraña razón todo esto olía fuertemente a fernet rancio.

-¡La recalcada concha de tu madre Alejo, que asco!- El grito de Facundo se hizo oír en toda la pieza y vi como su silueta desapareció por la puerta, supuse que iría en busca de agua y un trapo para limpiar.

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enfiestado || véliz x souléDonde viven las historias. Descúbrelo ahora