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En lo que esperaban el taxi podía ver a su mejor amigo terminar de acomodarse el pelo. Ninguno de los dos había llegado a tiempo al alistarse, por lo tanto tomaron todo lo que necesitarían para esa noche y salieron a la avenida a la espera de un auto que los salvara.

Alejo estaba bastante sumido en sus pensamientos, por lo que Facundo tuvo que estar atento a algún taxi, y en cuanto vio uno vacío, levantó el brazo señalándole al masculino que necesitaban de su servicio. Y tras tomar del codo a Véliz que se encontraba a su lado, subieron al auto dictando la dirección -no sin antes saludar- al conductor y emprendieron camino a su destino.

Podía escuchar sus pensamientos ya que no se
acallaban en cuanto a todo lo que llevaba sucediendo las útimos días. La llamada que llegó lo había dejado destrozado, había dado el paso final para que todo terminara.

Sin embargo, algo en el gritaba entre sollozos lo mucho que extrañaba a Matías, y era verdad que lo hacía. A pesar de eso, detestaba el hecho de que su relación constaba en terminar y volver, un ciclo el cuál no tenía comienzo ni mucho menos final o un destino determinado.

Los últimos días, especialmente en las noches, Iloraba y se lamentaba en el recuerdo de todo aquello que fueron o no llegaron a ser, entre miles de idealizaciones y realidades, incluso en algunas que nunca existieron. Solo podía culpar a la costumbre y las mentiras del amor que tenía por el peliplateado que alguna vez se encontró a su lado.

La sensación de sentirse observado lo sacó por completo de sus pensamientos, Facundo colocaba su mirar sobre él, expectante. Analizándolo detenidamente, casi comprendiendo su dolor.

Cabe destacar que logró abandonar su pozo de la tristeza, gracias a que cierto chico irrumpió en su hogar por la tarde. Con él se asomaron dos entradas de un joda la cuál -según las palabras ajenas- era la sobresaliente de entre todas, una a la cual tenían que ir sin duda. Conocia a Buonanotte, todas las fiestas eran las mejores, más aún cuando en estas existía cierto respeto a la diversidad que ellos acarreaban con su presencia. La cuestión era que el de menor estatura irrumpió a la fuerza en el domicilio familiar e inventó una excusa para su mamá, diciéndole que él se quedaría a dormir en la casa de su amigo.

Los dos salieron por la puerta de la residencia Véliz cuando el reloj marco las seis, Facundo lo arrastro de la mano hacia su casa. Y una vez allí, la madre de su amigo les ofreció un mate, el cual aceptaron gustosamente. Entre risas la de mayor edad nombró las entradas que su hijo cargaba en la mano, les pregunto directamente si asistirían, pero en cuanto el intentó formar alguna oración coherente, Facundo colocó una respuesta afirmativa acompañada de una aclaración sobre lo bien que le vendría dejar su estado pseudo depresivo para acompañarlo.

Y en cuanto la mirada de Facundo se posó en él, esa misma mirada que usaba solo en las situaciones especificas, no pudo decir que no.

Faltaban algunas cuadras para llegar a su dirección y Buonanotte tomó su mano, confirmándole su teoría de que en verdad conectaba con su aura apenada. Mientras lo sostenía de manera protectora, dejaba suaves caricias de esas que susurraban miles de palabras de contención, de comprensión.

-Escucha Ale, sé que todo cada vez está peor. Pero quiero que te des un momento para vivir esto y dejar de pensar en alguien que no se preocupa por vos.- Un suspiro escapó de sus labios, casi en respuesta de lo escuchado. -En alguien que no te valora como vos alguna vez lo hiciste con él.- Eso le demostraba lo valioso que era, lo tolerante que llegaba a ser en situaciones así, en cuanto le hacía ver la parte menos oscura de todo.

Facundo intentaría levantar su ánimo por sobre
todas las cosas, y si esta no podía elevarse, entonces se buscaba un espacio a su lado, dejándole reposar su cabeza en aquel hombro mientras le susurraba que todo iría a mejor, a la vez que entregaba caricias en su pelo. Tal como se dio lugar un millón de veces, no solo en situaciones amorosas, si no también personales, familiares, o escolares.

El procuraba realizar lo mismo por Facundo, dejando todo tipo de acciones ante cualquier llamado de situación en las que requería su ayuda. Y así fue desde el momento en que se conocieron, del mismo instante en que un versión suya de trece años le consultaba al chico para que lo ayudara en distintas materias. Recordaba que él solo atinó a colocar su caluroso mirar en su ser, tras dejar de lado su timidez, respondiéndole que no existía ningún tipo de problema. A decir verdad, el no lograba recordar en volverse tan cercanos, pero si atesoraba tal hecho.

-Está bien Facu, solo creo que me está costando
mucho desprenderme de todo, ya sabes, sacarlo de mi cabeza. Por lo menos a sus recuerdos.- Las palabras lo abandonaron de una manera casi avergonzada, odiaba admitir tal cosa en voz alta. No obstante, era consciente de que era lo mejor para que su amigo pudiera brindarle mayor apoyo.

Percibió en la figura de su amigo una mirada algo afligida, empática, con un deje total de pena. Sintió como colocaba su brazo alrededor cortando la distancia, evidenciando amparo a su persona.

Una vez estuvieron a unos metros del sitio, el auto se detuvo. Le extendió la plata al chofer, este le entrego el cambio y tras dedicarle un agradecimiento se pusieron en marcha por las cuadras que debían recorrer.

Tanto el uno como el otro, parecían combinados en sus vestimentas. El tono negro los invadía por completo, contrastando con aquellas zapatillas y accesorios que casualmente combinaban. Se sentían felices, casi completos, con una energía incresblemente alta.

No comprendían la razón de esa felicidad. Quizá era por la compañía del otro, o por los niveles altos de autoestima al encontrase en una versión mejorada de sí mismos, tal vez el ansia de conocer gente nueva, de compartir un buen momento con completos extraños, posiblemente el apagar por un rato todo las problemas que portaban, sin embargo tal cosa no interesaba demasiado cuando se encontraban a una cuadra del lugar que desprendía luces de colores.

Aún con sus manos entrelazadas se colocaron en la fila de personas en la entrada principal. Del bolsillo de su aconmpañante salieron los papeles de colores, los cuales contenían el nombre de la fiesta junto con algunas promociones.

En cuanto la distancia entre el de seguridad que
resguardaba el recinto y ellos se acortó, les enseñaron los tickets junto con sus respectivos DNI's, este les dejo un espacio para que ingresaran.

Se hicieron paso entre las luces de diferentes
tonalidades, la gente y la música de gran volumen, notaron como de entre todas las matices de iluminación, la luz violeta era la cual resaltaba los accesorios neón que llevaban, provocando que resalten de una forma especial casi única.

Y antes de que pudieran seguir perdiéndose en el espacio, Buonanotte reconoció a ciertas personas con los cuales hablaron en diferentes circunstancias, Alejo solo se dejó arrastrar hacia allí.

Sabía que todo estaría bien si se encontraba en la compañía ajena. Aún más si dejaba el pensamiento de Matías de lado, apagando por un momento todo, rezando para que el piso iluminado lo llevara lejos de todas las memorias, de la angustia que lo invadía de a ratos, e hizo lo posible para que la melodía de gran volumen irrumpiera en sí mismo.

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enfiestado || véliz x souléWhere stories live. Discover now