Capítulo 33: De Seis a Siete

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🩸Gustavo🩸



~Día 144~



Del coraje, al ver que me quede sin transporte, le propino un golpe a la llanta, consiguiendo un pie lastimado.

Varios días antes del viaje me di la tarea de aprovechar cada hora para poder recoger la mayor cantidad de provisiones. No conseguí lo que esperaba, sin embargo, yo pienso que lo que recogí nos servirá de mucho.

Voy a la parte trasera de la camioneta y observo todo lo que llevo conmigo. Muy aparte de la bicicleta, hay algunas mantas, bolsos y mochilas con comida.

Ni por qué fuera algún superhéroe con superfuerza, podría llevar todo esto. Mi atención a los suministros se esfuma, cuando escucho hojas y ramas quebrarse, además pisadas, detrás de mí.

Al ver un grupo de tres caminantes saco mi cuchillo y me dirijo a ellos, antes que vengan por mí. Termino con algunas manchas de sangre y trozos de piel en la ropa.

Regreso al auto pensando en cómo no dejar todo esto a la deriva. Transporte provisional tengo y no me tomaría mucho llegar según las indicaciones que ellos me dieron, ya que, ya pasé Golden Meadow y estoy cerca de Leeville.

Saco la bicicleta y empiezo a bajar las cosas luego de pensar durante unos minutos. Si dejo todo en el bosque escondido en un hoyo, con hojas y ramas encima, mañana podría regresar a primera hora para llevarlas conmigo.

Adicional a la mochila que llevaré, preparo dos bolsas de tela con poca comida. Las acomodo a los costados del timón y subo en la montura para poder empezar a pedalear.

Debo admitir que todo el peso que llevo me dificulta avanzar por ratos, pero aun así continuo porque lo único que quiero es llegar antes de que el sol desaparezca.

Al llegar a la ciudad pedaleo más rápido por la simple razón de que no quiero llamar la atención de algún caminante y mucho menos hacer algún ruido.

Mientras miro los alrededores me percato de que cerca de un pequeño lote baldío. A medida que avanzo, miro en esa dirección y me detengo, al ver un enorme papel blanco con letra escritas que dicen, "si las necesitas, tómalas". Me detengo en la entrada y reviso si no hay nada que me ponga en peligro, cerca.

Algo me dice que no me camine hacia allá, pero ¿Y si es algo que nos sea de ayuda?

Dejo la bicicleta parqueada y saco el arma por si aparece algún caminante.

Apenas doy el primer paso en el terreno, todo parece tranquilo. Cuando doy un segundo, un tercero y cuarto llego a la caja.

Es de madera y dentro de ella hay cuchillos, armas, cartuchos y cajas de municiones. Sé que ni por qué haga milagro voy a lograr llevar algo más conmigo.

Miro todos los alrededores, mientras tomo la caja. Quizás pueda dejar las mantas de las que llevo, escondidas entre los arbustos y remplazarlo con esto. Lo pienso unos minutos y luego empiezo a sacar todo de la maleta para guardar las armas.

Antes de subir y continuar con el trayecto, veo como algo pasa corriendo de un lado de la carretera a otro, para después esconderse detrás de unos basureros.

Con toda la prisa del mundo empiezo a pedalear. Sin embargo, cuando no avanzo ni cinco metros, frente a mí, aparece un cuerpo que se mantiene firme.

Me observa por unos minutos y luego deja caer en la acera.

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