Capítulo 3

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Adri me llevó al ayuntamiento de Armentum, un edificio más grande que el ayuntamiento de Grenade, al parecer en el último piso vivía Daniela con su padre, el alcalde, o alfa como los licántropos de allí lo llamaban.

Al llegar al último piso, Adri iba a tocar a la puerta del apartamento cuando de repente se paró en seco, algo iba mal.

— ¿Lo escuchas? — me preguntó.

Negué con la cabeza y evité hacer algún ruido para agudizar mi oído, pude escuchar golpes al otro lado de la puerta, pero eran lejanos, los golpes se transformaron en gritos de un padre y una hija muy cabreados.

— ¡Estoy harta de tus normas y todas estas obligaciones que me estas poniendo encima! — gritaba la hija.

— ¡Daniela te lo he dicho mil veces, ya tienes 18, los cumpliste el año pasado y todavía no has atendido a tus lecciones! — contestaba el padre.

— ¡Es que lo que no entiendo es la prisa que hay, la manada todavía no me necesita, te tienen a ti! ¡TODAVÍA NO HAS MUERTO! ...por desgracia — para decir eso bajó su tono de voz pero se pudo seguir oyendo, lo hizo aposta.

— Pero cómo te atreves... ¡RETIRA ESO AHORA MISMO!

La joven no dijo nada, el padre suspiro.

— ...Me tengo que ir, tengo una reunión importante. Espero que pienses un poco sobre lo que has dicho.. Adiós.

Unos pasos se acercaron a la puerta, entre en pánico, Adri me cogió de la mano y tiró de mí, corriendo, bajamos por las escaleras mientras que el alcalde cogio el ascensor. Volvimos a subir las escaleras, no hay moros en la costa.

— Uff.. por poco, espero no arrepentirme de ayudarte.

Volvimos a la puerta del piso.

— Déjame a mi primero, ponte detrás mía. — aconsejo por precaución.

Hice lo que me pidió y tocó a la puerta.

— ¿Adri? ¿Qué haces aquí? bueno da igual, menos mal que has venido- a qué huele?

"Mierda" pensé. Bueno en algún momento tendría que verme. Empujó bruscamente a su amiga para tenerme cara a cara.

— ¿¡Eres tú otra vez?! ¿Que coño quieres ya? no te valio lo de ayer?!

— Y-yo solo venía a lo que te pedí ayer, pensé que vendrías, lo siento...

— ¿Y porque coño no te vas a una biblioteca?

— Es-es que en la de mi pueblo no hay nada, creo que banearon los libros — replique.

— Pues vete a la puta ciudad

— Nunca he estado allí la verdad.. mi abuela no me deja, dice que es peligrosa.

Daniela me miró de arriba abajo.

— Normal que no te deje, te comerían viva.

— Alguien me puede explicar qué está pasando de una puñetera vez — replicó Adri repentinamente.

A lo que yo respondí con todo el contexto que ella necesitaba, todo lo que pasó ayer entre Daniela y yo. Después de estar todo aclarado la conversación anterior prosiguió.

— ¿Oye que tal si le acompañamos a la ciudad y acabamos todo este asunto? — sugirió la peli castaña.

— Adri.. sabes muy bien que no estoy de humor como para salir — dijo con cansancio.

— Lo sé pero será rápido, necesitas que te dé el aire.

— Ya me dio ayer y mira lo que pasó, otro dolor de cabeza — me miró diciendo eso último.

En ese momento me sentí inutil, culpable, sobraba allí pero me alegraba de que por lo menos Adri intentara ayudar.

— ¿Quien sabe? a lo mejor ella nos podría ayudar con lo que está sucediendo en la manada, intenta ser positiva.

Daniela gruño.

— Está bien, niña ve a tu casa y coge dinero para el metro, nos vamos.

Mi pecho se llenó de alegría e ilusión, no solo iba a conocer más sobre los licántropos si no que también iba a ir a visitar la ciudad antes de lo esperado.

Fui corriendo a mi casa, cogí mi monedero, metí 20 hispanas y fui a la entrada de mi aldea donde me esperaban Adri y Daniela.

Comenzamos nuestro camino a la parada de metro, estaba algo lejos de nuestras aldeas pero lo suficientemente cerca como para ir andando. Había un camino de piedra que nos llevaba a la parada, por el camino Adri y yo compartimos algunas anécdotas pero Daniela se mostraba indiferente.

Llegamos a la parada y esperamos al metro. Miramos las tres al frente, esperando la llegada del metro, mire a Daniela, pensando que podría decir, que podía preguntar, ella me miró también.

— ¿Qué miras? — dijo enfadada.

— E-eh yo- perdona, solo que.. me preguntaba — mis palabras tropezaban, que nervios, ahora que le digo? y entonces me acordé — Antes comentasteis una cosas, de que algo pasaba en vuestra aldea.

Manada — me corrigió con su orgullo de licántropa, a lo que Adri reaccionó poniendo los ojos en blanco — te lo contaremos cuando lleguemos.

— Pero a dónde iremos exactamente?

— A la gran biblioteca de la ciudad, allí conozco a alguien que nos ayudará con la búsqueda de libros e incluso nos podrá proporcionar una sala para solo nosotras tres.

— Oooh que bien, seguro que en esa biblioteca hay millones de libros — dije emocionada.

De repente llegó el metro, pase el ticket que compré previamente por el escáner y entramos. No encontramos sitio para sentarnos pero no me importaba, no me lo podía creer todavía, iba a la ciudad, estaba tan emocionada aunque también algo asustada, la abuela siempre me advertía de que era peligrosa. Hablando de mi abuela, no le avisé de que me iba, aunque no creo que me demore en llegar a casa.



Gracias por leer mi historia, espero que te haya gustado, proximo capitulo: Lunes 24.
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Muchos abrazos.
- Maldito C.J

Samantha y el misterio de los lobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora