Extra 1

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Louis era pésimo para empacar

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Louis era pésimo para empacar. 

No se le daba eso de doblar la ropa de forma estratégica para que cupiera en la valija, tampoco se fijaba en llevar únicamente lo necesario, la mayoría de las veces que viajaba, metía cosas inservibles a la maleta y terminaba lavando casi diario los únicos dos pantalones que había guardado por pura suerte. 

Las camisetas simplemente las aventaba sin ver y con el calzado pasaba lo mismo. Su desorden llegaba a tal grado, en que las suelas sucias de sus tenis terminaban manchando su ropa por no quererla acomodar.

Era un desastre para eso, le daba flojera en todo sentido, pero afortunadamente Harry era un experto en hacer maletas. 

Un día antes de su vuelo, se encontraban con una montaña de prendas revueltas sobre la cama, sudaderas de Louis por doquier y camisas estampadas de Harry regadas entre los pantalones.  

Ahí estaban, eligiendo lo que usarían las dos semanas que estuvieran fuera del país, mientras Kiara dormía tranquilamente en las almohadas de la cama.

—¿Cuántas de estas vas a llevar? —El rizado cuestionó, alzando una hoodie—. ¿Una? 

—Por supuesto que no —Louis levantó otra de sus sudaderas y la extendió—. Mínimo debo llevar cinco, esto es parte de mi estilo diario. 

—Son demasiadas, ¿no? Yo pienso que con dos es suficiente —sugirió—, además, en la casa de mis papás hay calefacción, solo la usarías si decidimos salir. 

—Precisamente por eso, cinco es el número adecuado —resolvió, con sencillez—. Así puedo usar una diaria, de lunes a viernes y repetir solo dos veces en todo el viaje. 

Harry arqueó una ceja, incrédulo. 

—Oye, allá también existe la lavadora —informó, con sarcasmo—. Lleva dos y lávalas cuando se ensucien, así ocupas menos espacio y aprovechas para llevar más cosas... 

El castaño lo miró, con las expresiones rígidas y sin representar ninguna emoción en el rostro. 

—Tres, tómalo o no voy. 

—¿Por qué siempre quieres negociar? 

—Porque de eso se trata esta vida —Tuvo que cruzarse de brazos—. ¿Y bien? 

Sin remedio, el menor rodó los ojos y asintió, haciendo que el otro sonriera victorioso.

—Elige y dámelas para doblarlas —indicó, tomando una de las playeras que usaba cotidianamente—. Yo empacaré solo tres pantalones, cinco camisas, un par de botines, tenis, mi chamarra y unas pantuflas. 

—¿Tienes ropa allá? —Le cuestionó, mientras seleccionaba cuidadosamente las sudaderas que llevaría—. Porque siento que estás llevando muy poco.

—Sí, debí dejar dos o tres pantalones, algún jogger y una pijama —dijo, después de hacer memoria—. Solo espero que todavía me queden, ¿no piensas que subí de peso? 

Club Bengala 🍻 || larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora