O8: Mentiras descubiertas

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Guillermo no sabía cómo iniciar pero el menor admitía que se estaba agobiando, es como si todos supieran algo que el no, aún tenía ganas de golpear a Ronaldo e incluso usar fuerza ante su padre Javier pero sabe que si tuviera la oportunidad no lo haría ni de chiste.

— Creo que tendremos que volver a unos años.

— ¿Por qué estás tan tranquilo? –pregunto Diego limpiando sus lágrimas y sentándose siendo obligado por Guillermo.

— Mira chaparro, quiero que escuches antes de interrumpir o cualquier cosa ¿De acuerdo?

Su hijo asintió, tenía su mano en el hombro de su hijo intentando que se calmara, antes sería solo una conversación entre Javier, Diego y el pero debido a varias circunstancias ahora también estaban sus parejas ahí.

— Cuando Javier y yo nos casamos fue más por no decepcionar a nuestros padres que por "amor", Diego, nunca nos amamos el uno al otro y no lo entendimos hasta que Ronaldo llegó a la vida de tu padre y Lionel a la mía –esa información golpeó fuerte al adolescente– cuando tenías siete decidimos salir con quién quisiéramos, terminamos pero sin divorcio, desde antes sabíamos que algo estaba mal ya que ni siquiera habían besos, entonces yo empecé meses después una relación con Leo y tú padre con Ronaldo, te juro que te lo diríamos esta semana porque vamos a divorciarnos, tal vez es hora que cada uno se pueda casar con quien ama y...

— ¿Ni siquiera se amaban? –se levantó Diego entrando en pánico, era de verdad mucha información– ¿No éramos una familia, me estuvieron mintiendo tantos años? Ahora ni siquiera tendré a mis padres.

— Estás mal Diego, te amamos y nadie se dejará hacer cargo de ti, somos tus padres y nada lo cambiará —hablo Javier.

— Eso harán, pronto me dirán lo mucho que me odian y...

— Diego, no es así –intento calmar Guillermo acercándose a su hijo que negó alejándose más

— ALEJATE DE MI, se supone que éramos una familia, que confiaban en mi pero la mitad de mi vida fue una mentira, son unos mentirosos –comenzo a llorar Diego corriendo a su habitación.

— ¡ESCONDERTE NO ES LA SOLUCIÓN! –grito Guillermo para que su hijo escuche pero a cambio se escucho un azote en la puerta, puso su vista en Javier, estaba molesto y lo que uno suele hacer es darle la culpa a alguien para sentirse bien– es toda tu puta culpa.

— ¿Por qué mierda sería mi culpa Guillermo? –se defendió Javier ofendido.

— Tantos lugares y te vas a besar cerca de la casa del único amigo de Diego ¡Eres un pendejo!

— ¡Cállate cabrón! Tu tuviste la idea de seguir casados, por tu culpa mi hijo quería pegarme, NO QUISISTE DECIRLE LA VERDAD.

— TU FUISTE EL DE LA IDEA.

No pensaban en parar los gritos pero Lionel alejo a Guillermo para que se calmara y Cristiano solo agarro a Javier de los hombros para que pensara mejor las cosas, cuando menos lo vieron ya estaba Diego bajando las escaleras con una mochila bastante grande y se veía que estaba llena.

— Quiero vivir con mis abuelitos, estoy seguro que ellos me aceptan si trabajo en lo de las tortas, a menos de que ahora se les ocurra decirme que en realidad ellos no son mis abuelos.

Se fue pensando que no lo iban a detener, sus padres lo seguían viendo con cada movimiento pero el que si hizo algo fue Lionel que se acercó a la puerta para cerrarla y negarle la salida al adolescente.

— Se que estás molesto pero no estás pensando las cosas, esto es una tontería.

— Te conviene que esté lejos así puedes casarte con mi papá y yo no te estorbo.

𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦𝘴 𝘚𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴 | Diego Laínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora