11: Estar en casa

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— Las dos semanas se pasaron volando, no quiero abuelo, déjame quedarme con ustedes, seré un buen nieto...

— Tal vez si hablamos con tus padres...

— Guillermo no –aviso Natalia a su esposo mientras ponía la orden de su hijo, una docena de tortas– Diego prométeme que intentarás poner la mejor cara a Lionel y Cristiano por lo menos.

— Si me das una torta gratis lo pensaré abuelita.

Fue un trato, le dio una torta de milanesa mientras esperaba sentado a que su padre Guillermo fuera por el.

Lo que sabía era que Guillermo y Lionel se quedarían con el y Javier se había mudado con Ronaldo, le daba igual, cuando llegara a su casa se encerrara hasta que muera, ya planeaba como salir por la ventana para ir a la escuela y ya está.

Javier apesar de que quería ir por su Diego tenía trabajo nuevo, no es que Guillermo no se haya ofrecido a pagarle una "manutención" por el tiempo que estuvieron juntos pero quería valerse por si mismo, Ronaldo también le dijo que no era necesario que trabajará pero termino en qué esté se ofendiera viendo que ni su novio o mejor amigo pensaran que fuera útil.

Lionel estaba... Sensible, no tan exagerado pero si le daba sentimiento diferentes cosas como cuando su trabajo no le salía bien y Guillermo lo corregía apesar de que lo hacía en el tono más dulce que tenía, también con paciencia que mayormente no tenía cuando hacía tarea con Diego.

Cuando la pareja llegó Natalia pudo notar los ojos algo rojos de Lionel y se acercó a el casi corriendo mirando a su hijo apunto de darle un coscorrón.

— Solo le dije que se equivocó de fecha en unos archivos... Esta algo sensible ma' ahorita te decimos porque pero queremos decírselo a Diego después, con más calma.

Guillermo y Lío se acercaron al adolescente, este los noto, se levantó rápido con su torta en manos.

— Hola Leo –saludo Diego ignorando a su padre pero dándole la maleta– Por favor.

Con eso se despidió de sus abuelos y se fue subiendo a la parte de atrás del auto.

— Bueno... Mínimo a ti no te ignora –susurro Guillermo intentando sentirse mejor, Lionel cómo apoyo le acaricio la mano, en la otra el mexicano tenía una cajita con una prueba y unos calcetines, papel crepé era lo que lo llenaba, en la tapa un "Van a ser abuelos, otra vez" algo más pequeño pero igual de mágico– Un detalle.

Su papá se acercó con ellos curioso, Natalia con cuidado abrió la caja y los señores lloraron de felicidad, fue algo inesperado, abrazaron a la pareja y todo era visto por Diego.

No vio el contenido de la caja, tampoco escuchaba así que quedó confundido, se volvió a acomodar y se puso a ver una película en su teléfono con los audífonos puestos.

Tiempo después la pareja se subió al coche en la parte de enfrente, Diego no quiso hablar pero la curiosidad le mataba.

— ¿Mi abuela porque lloraba? –pregunto a ambos.

— Nada importante chaparro –contesto Guillermo, aprovecho la oportunidad e intento hacer plática con su hijo– ¿Cómo te la pasaste con tus abuelos?

Tarde, su hijo ya tenía los audífonos puestos, Lionel miro a Diego pensando que tal vez solo fingía no escuchar pero tenía el volumen a tope que incluso el podía escuchar un poco la película.

Guillermo apretó el volante, estaba herido y molestó, temia la reacción de su hijo en la noticia debido al comportamiento.

El camino a casa fue silencioso ya que el argentino se quedó dormido, cuando llegaron la sorpresa para el futuro hermano mayor era un par de globos en el techo color amarillo con blanco, una caja de madera sin tapa con una prueba de embarazo digital positiva y un biberón junto un mameluco, no se les ocurrió otra idea.

𝘗𝘢𝘥𝘳𝘦𝘴 𝘚𝘦𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴 | Diego Laínez Donde viven las historias. Descúbrelo ahora