Capítulo XLVI

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Al llegar a Lambton, le disgustó a Mikasa no encontrar carta de Annie; el disgusto se renovó todas las mañanas, pero a la tercera recibió dos cartas a la vez, en una de las cuales había una nota diciendo que se había extraviado y había sido desviada a otro lugar, cosa que a Mikasa no le sorprendió, porque Annie había puesto muy mal la dirección.

En el momento en que llegaron las dos cartas, se disponían a salir de paseo, y para dejarla que las disfrutase tranquilamente, sus tíos se marcharon solos. Mikasa leyó primero la carta extraviada que llevaba un retraso de cinco días. Al principio relataba las pequeñas tertulias e invitaciones, y daba las pocas noticias que el campo permitía; pero la última mitad, fechada un día después y escrita con evidente agitación, decía cosas mucho más importantes:

Después de haber escrito lo anterior, queridísima Mikasa, ha ocurrido algo muy serio e inesperado; pero no te alarmes todos estamos bien. Lo que voy a decirte se refiere a la pobre Mina. Anoche a las once, cuando nos íbamos a acostar, llegó un expreso enviado por el coronel Magath para informarnos de que nuestra hermana se había escapado a Escocia con uno de los oficiales; para no andar con rodeos: con Kirstein. Imagínate nuestra sorpresa. Sin embargo, a Sasha no le pareció nada sorprendente. Estoy muy triste. ¡Qué imprudencia por parte de ambos! Pero quiero esperar lo mejor y que Kirstein no sea tan malo como se ha creído, que no sea más que ligero e indiscreto; pues lo que ha hecho —alegrémonos de ello— no indica mal corazón. Su elección, al fin y al cabo, es desinteresada, porque sabe que nuestro padre no le puede dar nada a Mina. Nuestra pobre madre está consternada. Papá lo lleva mejor. ¡Qué bien hicimos en no decirles lo que supimos de Kirstein! Nosotras mismas debemos olvidarlo. Se supone que se fugaron el sábado a las doce aproximadamente, pero no se les echó de menos hasta ayer a las ocho de la mañana. Inmediatamente mandaron el expreso. Querida Mikasa, ¡han debido pasar a menos de diez millas de vosotros! El coronel Magath dice que vendrá en seguida. Mina dejó escritas algunas líneas para la señora Magath comunicándole sus propósitos. Tengo que acabar, pues no puedo extenderme a causa de mi pobre madre. Temo que no entiendas lo escrito, pues ni siquiera sé lo que he puesto.

Sin tomar tiempo para meditar y sin saber apenas lo que sentía al acabar la lectura de esta carta, Mikasa abrió la otra con impaciencia y leyó lo que sigue, escrito un día después:

A estas horas, queridísima hermana, habrás recibido mi apresurada carta. Ojalá la presente sea más inteligible; pero, aunque dispongo de tiempo, mi cabeza está tan aturdida que no puedo ser coherente. Eliza querida, preferiría no escribirte, pero tengo malas noticias que darte y no puedo aplazarlas. Por muy imprudente que pueda ser la boda de Kirstein y nuestra pobre Mina, estamos ansiosos de saber que ya se ha realizado, pues hay sobradas razones para temer que no hayan ido a Escocia. El coronel Magath llegó ayer; salió de Brighton pocas horas después que el propio. A pesar de que la carta de Mina a la señora Magath daba a entender que iba a Gretna Green, Denny dijo que él estaba enterado y que Kirstein jamás pensó en ir allí ni casarse con Mina; el coronel Magath, al saberlo, se alarmó y salió al punto de Brighton con la idea de darles alcance. Siguió, en efecto, su rastro con facilidad hasta Clapham, pero no pudo continuar adelante, porque ellos al llegar a dicho punto tomaron un coche de alquiler dejando la silla de postas que los había llevado desde Epsom. Y ya no se sabe nada más sino que se les vio tomar el camino de Sina. No sé qué pensar. Después de haber hecho todas las investigaciones posibles de allí a Sina, el coronel Magath vino a Maria para repetirlas en todos los portazgos y hosterías de Barnet y Hatfield, pero sin ningún resultado; nadie ha visto por allí a esas personas. Con el mayor pesar llegó a Shingashina a darnos cuenta de todo, de un modo que le honra. Estoy de veras apenada por él y por su esposa; nadie podrá recriminarles. Nuestra aflicción es muy grande. Papá y mamá esperan lo peor, pero yo no puedo creer que Kirstein sea tan malvado. Muchas circunstancias pueden haberles impulsado a casarse en secreto en la capital en vez de seguir su primer plan; y aun en el caso de que él hubiese tramado la perdición de una muchacha de buena familia como Mina, cosa que no es probable, ¿he de creerla a ella tan perdida? Imposible. Me desola, no obstante, ver que el coronel Magath no confía en que se hayan casado; cuando yo le dije mis esperanzas, sacudió la cabeza y manifestó su temor de que Kirstein no sea de fiar. Mi pobre madre está enferma de veras y no sale de su cuarto. En cuanto a mi padre, nunca le he visto tan afectado. La pobre Sasha está desesperada por haber encubierto los amores de Mina y Kirstein, pero no hay que extrañarse de que las niñas se hiciesen confidencias.

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