El diamante y la esmeralda

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Sin darse cuenta, se estaba destruyendo la cabeza de tanto pensar. Se carcomía a él mismo por lo que había hecho, y como no hacerlo si había confesado su "amor" por Bárbara enfrente de todos. Bueno, no era la primera vez que hacía algo parecido, en un pasado se había confesado a chicas en público. En este caso la única diferencia, era que no tenía sentimiento alguno por la rubia.

Eran las cuatro de la mañana, y por más que encontrara una posición cómoda para dormir, no lo lograba. Se replanteó si le habia dado falsas esperanzas a Stevens. Dudo mucho en eso, ya que durante meses fue la novia de su ex-mejor amigo.

No quería lastimar a Clyde, en el fondo le seguía queriendo. Pero no había vuelta atrás. Finalmente cayó en un profundo sueño.

Por otra parte un rubio se encontraba duchándose para aliviar sus pensamientos. En ese momento ya eran las seis de la mañana, para Tweek ya era una rutina despertarse a esa hora, pues había adoptado la manía de ir a entrenar antes de todo, es decir, ponía al boxeo como una de sus más importantes prioridades.

Las gotas resbalaban sobre su melena blonda, y sus esmeraldas se cerraban inconscientemente para que no le entrara ninguna intrusa.

Salió con la toalla ya enredada en sus caderas, se miró al gran espejo que tenía y por primera vez se sintió bien consigo mismo. Al boxeo le había sentado bastante bien, y ahora una tableta se asomaba por su barriga. Sonrió, después de muchos años recibiendo comentarios innecesarios sobre su cuerpo, ahora perfectamente podía burlarse de ellos. Por un instante pensó en que podría ganar a Craig, pero todo eso desapareció cunado su padre le llamó desde el salón.

-¡Voy!- Gritó, y bajo hasta llegar donde se encontraba su padre, sin siquiera ponerse algún tipo de prenda.

Al llegar percibió la cara de disgusto de Richard junto a una taza de café agarraba del asa.

-Tweek ¿Cuántas veces te tengo que decir que no puedes entrenar desde tan temprano?- Dejó la taza sobre la mesa y se acercó al nombrado -Cariño, lo último que quiero es que te acostumbres a eso, porfavor hazme caso, no es bueno para tu salud-

- Nhg, Ya losé, lo siento- Claramente no le apetecía discutir con su padre desde las seis. ¿Le iba hace caso? No, pero dentro de una semana esto ya estaría olvidado.

-No Tweek, no me vale con eso, vuelve a tu habitación y duerme, tu madre también está preocupada-

-Papá porfavor, no he tenido una buena semana, ugh esto es lo único que me hace sent-

-Vete a tu cuarto, o yo mismo me aseguraré de que no vuelvas a tocar una de esas cosas- Vale, su padre esta vez iba enserio. Pero Tweak ya tenía una edad según él, no quería estar en su cuarto mirando el techo hasta las diez. Es por eso que por una vez en su vida tomó una decisión, una decisión bastante inmadura.

Se fue rápidamente a su cuarto, pero no para dormir, sino para escaparse. Se vistió lo más veloz que pudo, cogió un abrigo y aún con su padre en el salón, salió de su casa dando un portazo, haciendo que de tal ruido los pájaros despegaran sus alas.

Corrió lo más rápido que pudo, no tenía móvil, y aunque eso era peligroso, no se había sentido así de libre. Llegó hasta una parada a unas cuantas cuadras de su casa, se sentó, y apoyó su cabeza sobre el respaldo de esta. Se quedó así varios segundos, su nariz se enfrió, sus pómulos tornaron a un color tan carmín que sus pecas se habían vuelto invisible, su pelo estaba húmedo, y no lo iba a negar, se estaba muriendo del frío.

Sin darse cuenta, había una casa frente a él, era bonita y grande, podría ser perfectamente la casa de Token, pero esa opción fue descartada al ver un chico salir de ella.

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⏰ Last updated: Nov 09, 2023 ⏰

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Sin frenos | CreekWhere stories live. Discover now