BOTELLA DAÑADA

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No podía ni creer lo mucho que le temblaba la mano cuando abrió la puerta de su propio hogar, de lo que se suponía que sería su lugar seguro, su lugar feliz. Claro que desde luego la casa Uchiha no tenía felicidad.
Su primer instinto al entrar fue cerrar la puerta detrás de él y correr lo más silencioso posible hasta las escaleras, por desgracia, a mitad de estas su garganta comenzó a dolerle ¿cómo no? No había bebido mucha agua y gritó más de lo común con Naruto.

- Por favor que no esté en la cocina.

Pensó entrando a la cocina despacio y mirando por todos lados, por primera vez desde que entró en la casa se preguntó sobre el paradero de su padre. Hacia un ruido terrible por las mañanas rompiendo o gritando, pero no estaba haciendo nada.

- Miko... Miko...

De pronto, se escuchó una voz desgarrada y grave en el suelo que susurraba el nombre de una persona, supo rápido que era su padre ya que yacía ante sus pies babeando el suelo.

Sasuke se sorprendió y pensó en ayudarle, pero su cuerpo no se movía, no reaccionaba como él quería.. Y si boca, soltó palabras que solo tenían que ser pensamientos.

- ¿Has colapsado al fin, viejo?

Ronco y algo quebrado como si fuera a caer de rodillas y llorar de felicidad, dijo con una expresión seca pero con una sonrisa sincera. Definitivamente eso enfureció al padre que lo veía de reojo.

Algo que no pudo ver Sasuke es que en su mano derecha había una botella de cristal rota, no la vio hasta que el mayor gritó echándose hacia delante atacando su pie y dejandolo sentado en el suelo temeroso.

- ¡¿Cómo te atreves a hablarme así?! - Gritó levantándose entre tambaleos.

Pronto Sasuke lo imitó retrocediendo un poco.

- ¡Primero Miko y ahora tú, todos pensáis que solo doy un viejo senil! - Eufórico, comenzó a agitar la botella. - ¿Pero sabes qué? - Preguntó con más delicadeza y un intento de voz aguda. - ¡Qué estoy perfectamente!

El azabache miró hacia los lados mientras el otro gritaba, al ver que no podía defenderse con nada intentó utilizar la psicología.

- ¿Q-quién es Miko? - Alzó las palmas hasta su pecho.

- ¿M-miko? - Miró fijamente a los ojos de su hijo y dejó caer la botella. - Mi novia.. D-dijo.. - Miró hacia su derecha señalando con su mano la pared de la cocina dejándole claro a Sasuke que aún estaba bajo los efectos de la droga. - Dijo que no era mi novia y que nunca lo sería de.. De un viejo drogata. - Murmuraba mientras con la otra mano movía los dedos inquietos.

- ¿Cuándo vino? - Dio un paso hacia atrás, lo estaba consiguiendo y le faltaba poco para salir al pasillo y subir las escaleras.

- Hoy.. Antes... Dijo - Comenzó a lagrimear y dio media vuelta, desgraciadamente para Sasuke ーque no le dio tiempo a escaparー Fugaku se dio la vuelta de nuevo y agarró una jeringa aún llena. - aue estaba c-casada. - Apuntó a su brazo y pinchó metiéndose apenas la mitad del líquido y luego expulsando el instrumento y tirarlo al suelo uniéndose a la colección de jeringas.

- P-padre no pensará... - Sonrió nervioso, se estaba pasando pero a la vez lo calculaba perfecto para que no le diera una sobredosis.

- Ella se parecía taanto a Mikoto... - Se acercó a su hijo mientras que este cada vez se alejaba más hasta quedar acorralado en la pared del pasillo. - Tú.. También te pareces mucho a Mikoto.. Oh Mikoto. - Alzó la mano y acarició la mejilla de su hijo. - Que ganas de romperte esa preciosa cara...

En ese instante, sus ojos se abrieron como platos y abrió un poco la boca asustado, no, aterrorizado. Se le vino a la mente aquel día en el que su hermano se fue de casa... Le había advertido de eso: esconderse en el ático si su padre lo llamaba Mikoto, sin embargo no podía ir allí de nuevo, él ya conocía ese sitio.

- E-espera pa..

- ¡Callate puta! - Agarró su cuello y apretó con fuerza, fuerza que no duró mucho por el consuso de drogas equivocado para la fuerza, su cuerpo estaba débil pero eso no le importaba mientras seguía siendo más fuerte que Sasuke.

Al ver que no podía seguir estrangulandole por su poca fuerza llevó el ataque a otra fase, comenzó a arañar su cuello con las pocas uñas que le quedaban. De esto escapó fácil, el dolor hizo que reaccionara brusco y empujó a su padre haciendolo chocar contra el suelo, eso no bastó para matarlo y menos para que no se levantara y persiguiera al Uchiha menor por toda la casa.

- ¡Ven aquí!

Gritó el castaño agarrando basura del suelo como cristales, latas, botellas etc y tirarselas a la espalda. Después de correr tanto paró en seco y jadeó dejando que su cuerpo se relajara sobre el suelo. Vio a Sasuke desde abajo y sonrió incrédulo.

- Eres una bestia. - Susurró pegando una patada con todas sus fuerzas al hombro de su padre.

- ¡Te pareces tanto a la zorra de tu madre! - Gritó sustituyendolo por un grito de dolor.

- ¡Qué te den! - Se agachó un poco y pegó un puñetazo directo a la mandíbula, sonó un "crack" que dejó sin movilidad al azabache. - ¿P-padre? - Preguntó al ver sus ojos en blanco. - Oh dios mio... - Se puso ambas manos a la cabeza y cerró los ojos con fuerza.

Momento perfecto para que Fugaku se lance a él y pegue mordiscos profundos en los hombros del azabache provocandole gritos de dolor.

- ¡Igualita a ella! - Rió famélico de venganza. Pegó los puños sobre sus costillas unas pocas veces y antes de que Sasuke lo vuelva a apartar, pudo llegar a golpear su ojo. Esta vez salir corriendo de su casa no era una opción que podía rechazar.

Ya no podía seguir allí hasta que Fugaku se calmara pero tampoco podía andar por las calles sangrando, y solo conocía a una persona que lo ayudaría en eso.

- ¿Pero qué te a pasado? - Preguntó una pelirroja sorprendida que no dudó en dejar pasar a Sasuke. - Suigetsu tiene vendas, está en su habitación donde siempre.

Sasuke asintió sin esperar a que siguiera hablando o preguntando, fue a la habitación de su antiguo compañero de cuarto en la universidad y sin tocar a la puerta, pasó.

- Joder amigo. - Soltó Suigetsu al verlo quedandose boquiabierto y dejando caer su despertador en forma de tiburón de las manos rompiéndose al instante.

- ¿Me prestas.. Tus vendas? - Preguntó cansado sentandose en la cama de su ex-compañero.

- O-oh claro, claro. - Dijo deprisa buscando entre sus cajones hasta encontrar un par de rollos.

Se acercó al azabache y lo ayudó a desvestirse, de nuevo quedó estupefacto ante las heridas. Conocía a su amigo como el rey de las batallas, nunca había salido así de malherido en ninguna pelea pasada.

- ¿Quién fue? - Preguntó curioso sin mirarle a la cara siguiendo su tarea.

- Un drogadicto. - Miró hacia la ventana, habia un día fantástico de sol brillante. Sus días más odiados.

- Esos son los peores. - Bromeó riendo algo incómodo al no escuchar ninguna risa por parte del azabache. - Ya está.. - Se apartó y le pasó la camisa.

Se levantó y miró fijamente a Suigetsu agradeciendoselo con la mirada. Salió rápidamente de su habitación hasta el salón y del salón a la calle evitando conversación y preguntas dejando a una pareja confundida en el marco de la puerta.

- ¿Crees que son problemas fuertes? Nunca vi a Sasuke-kun tan herido, menos en la cara. - Comentó Karin, la pelirroja.

- Ni idea... Pero no me gusta verlo enojado, tiene un aura aterrador.

Ya llegada la caída de la noche, fue hasta detrás del edificio donde siempre se quedaba a fumar, aunque en ese instante no tenía nada para encender un cigarrillo.

Estando allí, en silencio y con un ambiente fresco, se dejó caer por los malos pensamientos acurrucandose a él mismo. Se sentó en el suelo y abrazó sus rodillas dejando caer su cara en el hueco de su pecho y piernas, esperando a que un milagro lo distragera de todo.. Un milagro que no había visto en todo el día.

CIGARRILLOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora