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—¿Qué hiciste hoy, Sung? —preguntó el chico luego de dejar su mochila en el sillón, esperando secretamente que le respondiera que había ido a visitarlo.

El peliazul se encogió de hombros.

—Kento me llevó a dar una vuelta por ahí. —se limitó a responder, mirando su bol de cereales.

—¿Ah, sí? —cuestionó, alzando una ceja.

Y Jisung fácilmente pudo confundir eso con coquetería, pero sospechaba que el chico ni siquiera hablaría del beso nuevamente, mucho menos lo volvería a hacer.

—Sí, solo... fuimos a pasear. —respondió.

—De casualidad, ¿A mi universidad? —miró al chico con atención, en caso de que su rostro fuera a delatarlo, pero no era así, nunca sería así con Jisung.

—¿A tu universidad? —cuestionó,ladeando la cabeza—. ¿Por qué iría allí si ya conozco ese lugar?

—¿Para verme? —cuestionó de vuelta.

Entonces Jisung se levantó de su asiento y su brazo pasó por encima del mesón, apoyando su mano en la frente del humano, que ahora lo miraba perplejo ante la cercanía del alien.

—¿Estás bien?, ¿Seguro que no estás... delirando? —preguntó.

Y bastó eso para molestar a Minho. ¿Por qué el alien estaba tomando esa actitud?, ¿Por qué estaría delirando?, ¿Acaso pensaba que le gustaba?

Retiró la mano de Jisung con brusquedad, quejándose de paso.
—Sí claro, delirando. —masculló, bebiendo su café con rapidez, logrando que la amargura se asentara en su garganta.

—¿Estás molesto?

Minho sacudió la cabeza, sintiendo como la incomodidad comenzaba a surgir entre ellos y Lee se sintió culpable. Quizá estaba sobreactuando

—Escucha, si lo del beso representó algún problema para ti, entonces lo siento, Minho. —se sinceró el peliazul, observándolo fijo.

El chico negó y se encaminó a las escaleras.

—Minh-

La voz de Jisung fue interrumpida, y logró captar la atención del chico, que se giró a verlo y el susto lo recorrió una vez más al notar que el chico estaba como levitando, sus ojos grises.

—¡Jisung! —gritó, acercándose a él rápidamente—. Jisung, Jisung contéstame. Vuelve aquí. —comenzó a pedir.
 
 
 

Jisung se sintió sofocado, como si alguien le hubiera estado ahorcando durante el trance. Cayó al suelo, tosiendo. Alzó la vista en busca de Minho y se quedó paralizado al notar al grupo de guardias que lo rodeaban y, a un lado de ellos, su padre lo observaba seriamente.

—Pa-

—¿Quieres llevarnos a la ruina? —le interrumpió, mirándolo con enojo. El peliazul frunció el ceño—. Te dejé ir conmigo aquella noche porque creí que había una lección importante que debías aprender. Tu misión era cuidar del chico, no sucumbir ante las sensaciones humanas y enamorarte —rió sin gracia—. ¿Realmente crees que te enamoraste? —cuestionó.

El menor tragó duro, asintiendo.

—¡Tonterías! —gruñó. El padre se acercó a él con el ceño profundamente fruncido—. Y ahora ni siquiera eres capaz de escuchar a Hyunjin, ¿Te das cuenta del poco tiempo que llegas ahí y como ese estupido humano está consumiéndote? —volvió a preguntarle, arrodillándose junto a él. Jisung temió, a pesar de saber que no podía hacerle daño, ya que físicamente no se encontraba ahí. Lo observó con atención, cuando el rey soltó una risa, tirándole una pila de papeles, que vagamente alcanzó a agarrar—. Lee So-Han murió porque entregó su vida por la causa, para salvar a tu madre, y salvar a su hijo, y ¿Tú crees que puedes escaparte y jugar al amor?

𝚟𝚘𝚢𝚊𝚐𝚎𝚛 || MINSUNGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora