Capítulo X.

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Oikawa quería cometer un crimen de odio en contra de sus amigos de su antiguo ex equipo de preparatoria.

Su mañana había comenzado de manera correcta, esperando que sus clases no se volvieran cada vez más complicadas o se metería un tiro por la cabeza. Sus profesores estaban cometiendo un pecado al dejar tanta tarea de un solo tema.

Sus amigos con quien partía a la universidad también le habían seguido el rollo en sus locuras matutinas, siendo ese un milagro por parte de Sawamura, quien no le dio ninguna reprimenda o golpe para controlarlo.

Creyó que su día estaba destinado a ser paz y amor, hasta que frente a la puerta de su complejo de departamentos apareció nada más y nada menos que Iwaizumi Hajime. Su mejor amigo de toda la vida y por si fuera poco, su amor imposible.

Oikawa no sabía como sentirse en ese momento, pues nunca creyó que el chico que lo veía con el ceño fruncido se atreviera a ir por su cuenta a verlo después de haberle estado rechazando llamadas y mensajes desde que llegó a Tokio.

Sus amigos de preparatoria le habian contado que con ellos si habia mantenido la comunicación, mientras a él trataba de ignorarlo.

Pero todo tenía una muy buena explicación; Oikawa estaba dolido desde que Iwaizumi consiguió novia y se la presentó justo cuando él le hablaría de sus propios sentimientos.

No era como si fuera alguien rencoroso o culpara a su amigo por querer tener una relación con alguien más, solo necesitaba tiempo de sanar su mal de amores para poder continuar teniendo una amistad tan buena como siempre.

Pero como siempre, alguien frustró sus planes.

Ahora, en la privacidad del departamento que compartía con Sawamura, Oikawa estaba tratando  de soportar la mirada tan pesada que Iwaizumi le estaba dando haciéndolo tener la piel de gallina.

-¿Vas a hablar o vas a seguir fingiendo que no hay nadie más contigo aquí? -La voz ronca de su amigo solo hizo que el pelicastaño bajara la mirada. Realmente estaba molesto.

-¿Qué es lo que quieres escuchar? -Preguntó, sin poder hablar correctamente o hacer bromas como de costumbre.

-¿Por qué mierda me haz estado ignorando? Y no me digas que es por la universidad, acabas de llegar de convivir activamente con tus nuevos amigos como para que salgas con esas idioteces. 

-Fuimos por un café y Ki-chan me estaba ayudando a entender algo. No le veo nada de malo de buscar ayuda de mis amigos. -Respondió, ahora levantando la mirada ante la mención de sus amigos de manera tan indiferente.

-¿Y por qué no pedirme ayuda a mi? Soy tu mejor amigo, y estamos estudiando la misma carrera. -Gruñó molesto, apretando sus puños ante la defensa que dio para los sujetos que justo en ese momento se encontraban en el departamento de enfrente.

-Iwaizumi, antes de irme dijiste que no querías que te llamara llorando por no entender las clases, ¿lo olvidaste? -Ahora era Oikawa quien apretaba sus puños.

La  rata aprieta el puño de ira.

-Jamás lo dije en serio, además, ¿Desde cuando me llamas así? ¿No se supone que era Iwa-chan? Fue el estupido apodo que me pusiste desde hace años.

-Y fue del que te quejaste por tanto tiempo, ¡¿Ahora de qué te quejas?! -Oikawa alzó la voz, sorprendiendo al moreno sentado frente a él. - Me dijiste que debía madurar, no hacer cosas de lo que otras personas pueden sentirse incomodas. Ahora te estoy llamando como es debido porque no te gustaba ser llamado como lo hacía, estoy haciendo lo que puedo para no molestarte, ¿Por qué mierda te molestas? -Se levantó de su asiento con brusquedad ante la mirada sorprendida de Iwaizumi- Viniste hasta aquí solo para seguir recriminándome por cosas que antes decías eran estúpidas, cuando lo único que hice fue darte tu espacio para que pudieras estar cómodo con tu relación y la universidad.

Estaba frustrado, demasiado para su propio bien.

Y ahora se encontraba sacando cada uno de los nudos que su garganta estuvo guardando durante todo el tiempo que no se habían visto. Aunque distraerse con sus amigos funcionaba, la verdad era que no podía seguir  negando el como se sentía.

No entendía la razón de que Iwaizumi estuviera ahí recriminándole cada cosa que hacía o decía, estaba fuera su comprensión la manera de actuar del pelinegro.

-¿Acaso te pedí que hiciera eso?- La pregunta del chico lo descoloco, haciendo que le mirara con incredulidad- No necesitaba que te alejaras de mi, como si yo nunca hubiera formado parte de tu vida. Antes de irte todo estaba bien, y cuando llegaste dejaste de siquiera enviarme mensajes. 

-No Iwaizumi, tú creíste que todo estaba bien antes de irme pero sabes que no fue así. -A este punto, las lagrimas estaban cerca de salir de sus ojos- Y sabes perfectamente el motivo por el que todo se fue a la mierda.

-Dijimos que lo íbamos a olvidar, Oikawa.

-Tú lo dijiste. -Respondió de inmediato ante los ojos de advertencia del chico- Tú fuiste quien quiso  hacer como si nada pasó cuando tú....

-¡No lo digas Oikawa! -Ahora fue el turno de Iwaizumi de levantarse de su lugar, mirándolo de manera dolida.

-¡Fuiste tú el que me besó, Iwaizumi! -Gritó, dejando salir las lagrimas mientras lo miraba a los ojos- ¡Tú lo hiciste y luego lo cubriste diciendo que fue un maldito error!

-¡Porque lo fue! ¡Ambos estábamos confundidos, maldición! -Jalo sus cabellos, comenzando a caminar en círculos.

-No hables por los dos, Iwaizumi. -El rencor en su voz era palpable, mirándolo despectivamente- Y justo ahora, lo que más deseo es sanar. Así que sí Iwaizumi, te ignoré intencionalmente con la intención de olvidar todo y poder tener una amistad como lo fue antes. Pero tenias que mandar todo a la mierda solo por ser un imbécil egoísta. -Caminó hasta la puerta, abriéndola y dejando que sus amigos se hicieran presentes en el campo de visión de ambos-  Vete, no quiero verte Iwaizumi.

Se quedó unos segundos parado ahí, sin poder procesar correctamente las palabras que habían salido de la boca de su mejor amigo de toda la vida. Tanto por el hecho de querer que se fuera, como el hecho de que negara que estaba confundido al momento de haber roto su amistad.

Cuando se dio tiempo de reaccionar, salió a paso rápido de aquel departamento bajo las miradas antipáticas de todos los amigos de Oikawa. En el caso de Sawamura y de Ushijima, eran miradas que  fácilmente podrían atravesar su cabeza.

Era odio puro.

Y mientras un acobardado y confundido pelinegro se iba, una horda de abrazos fueron a rodear al pelicastaño que se dejó caer al suelo al ya no ser visto por quien más daño le había hecho.

Oikawa se odió, porque a pesar de todo, el cariño por ese idiota seguía intacto.

No había amor propio. 


EVERYBODY TALKS- haikyuu!!Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon