1

407 70 27
                                    

Capítulo Uno:
Érase una vez, una princesa maldita.

—Cierra la ventana cuando empiece a oscurecer y tráncala por dentro —me pide Arriety, al otro lado de la enorme puerta de madera que nos separa—. Hay luna nueva y todo se torna muy oscuro en estos días; los seres malignos aprovechan para acechar.

No me sorprende que me alerte, la magia oscura se vuelve poderosa en las noches sin luna. Es como si la ausencia de luz fuera lo que aviva su poder. Lo intensifica. Lo perfecciona.

—Tendré cuidado esta noche. —respondo, para hacerla sentir aliviada.

—Y no te quedes hasta tarde leyendo bajo la luz de las velas por favor, apágalas temprano para que no se vea ningún destello desde afuera —su voz trémula apareció de nuevo, para luego lanzar un suspiro cansado y continuar—. Solo quiero que estés bien. Aunque él esté allá afuera, no viene mal prevenir.

—Lo sé, agradezco tu preocupación.

Hubo silencio en respuesta. Entiendo que esté preocupada, siempre me previene del peligro cada vez que tiene ocasión, y lo aprecio mucho, es la única persona en el mundo con la que puedo contar ahora.

—Dulces sueños, lady Arriety. —prosigo en un susurro al ver que no dice nada.

—Dulce sueños, señorita Esmeray.

Después de varios segundos, la escucho marcharse como cada atardecer. Baja los escalones haciendo un ruido provocado por sus zapatos, hasta que desaparece.

Sé que ya no escucharé su voz hasta mañana, cuando venga a traerme el desayuno. Nunca me lo da directamente, lo deja en el pequeño compartimento que tiene la puerta, para que pueda tomarlo y luego dejar el plato vacío en su lugar. Habitualmente es así. Jamás veo su rostro, o toco sus manos, ni siquiera conversamos sin un pedazo de madera entre nosotras. No sé siquiera cómo le gusta vestir, a veces me hago una ligera idea con los vestidos que trae para mí, no más que eso. Solo uso mi imaginación intentando convencerme de que es suficiente.

Pero no lo es.

Es mejor así, por lo menos para ella eso es lo correcto, mantenerse alejada de mí. Tampoco me atrevería a decirle alguna vez que me canso de estar sola, no tengo la intensión de incomodarla con mis boberías. Y, a pesar de que es lo idóneo, desearía un poco de compañía. Compañía real y presente, no solo breves diálogos.

Mas no digo nada.

Ansío que pase más ratos conmigo, por insignificante que parezca, no deseo ser acompañada con frecuencia por la soledad y mis pensamientos. Es exasperante estar atrapada entre cuatro paredes, te olvidas de todo lo que te rodea y existe.

Es la misma rutina diaria cada vez.
Hay momentos que me encuentro sentada en un rincón, cuestionándome miles de cosas con lágrimas en los ojos y termino en un estado tan deplorable, que cuando me miro al espejo, no me reconozco. No es sano vivir así, pero, es lo que merezco, o intento convencerme de eso, para no volverme loca.

Aplaudo con suavidad sobre mi rostro sacándome esas cosas estúpidas de la cabeza, no sirve de nada, solo lograré sentirme mal y terminaré llorando.

«Energía positiva»

Doy ánimos, mientras camino hasta la ventana, me inclino con ligereza sobre esta, apoyando mi mejilla sobre un brazo. Este es el minuto del día que más disfruto, además del amanecer, cuando las aves trinan con suavidad para despertarme. Diviso el colorido atardecer en la distancia, justo detrás de las alejadas montañas cubiertas de suaves nubes. Tan plácido y sereno, transmite una tranquilidad inmensa. Amo esta sensación. A veces fantaseo que estoy sentada en un campo de flores, admirando la majestuosidad de la naturaleza. Sería espléndido conseguirlo, quizás, algún día.
Cambio mi campo de visión, girando mis ojos un poco hacia la derecha donde empieza el bosque de los terrores, como le llama Arriety. Discrepo, es cierto que luce oscuro y tenebroso, mas, presiento que hay algo inquietante en él, algo que atrae la atención; considerándolo mejor no es inquietante, es interesante ¿Qué puede haber detrás de los copiosos árboles o de la espesa niebla? ¿Terrores aparentes, o maravillas incomprendidas?

La maldición de EsmerayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora