EXTRA

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Aaron:

Observo la puerta frente a mí con una mezcla de emociones fluctuando en mi interior.

Está enamorado de ella.

Es un hecho, no son suposiciones nuestras, producto de la exactitud de la maldición Scott. Él lo ha admitido. Está enamorado de ella y contrario a lo que podrían pensar, me hace muy feliz.

Si bien cuando me enteré hace diez años de que la maldición de nuestra familia estaba haciendo de las suyas nuevamente la idea no me pareció tan atractiva, he tenido mucho tiempo para valorarla y Emma no es que me haya dado mucha tregua. Cada vez que se acordaba de la conversación que sostuvimos ese día con Tai y Lía, no paraba de parlotear sobre lo increíble que sería que terminaran juntos. Así que sí; a pesar de que por un tiempo creí que ya no era posible, me gusta la posibilidad de que se conviertan en una pareja.

Por otro lado, se besaron.

Honestamente, no sé cómo me hace sentir eso con exactitud, pues, aunque apruebe esa relación, no deja de ser mi hermanita pequeña y creo fielmente, que he venido a este mundo a ser sobreprotector y celoso en extremo con ella. Aun así, decido no pensar en eso, pues no es algo que pueda cambiar y ha sucedido otra cosa que podría catalogar como inaudita.

Los hombres, por primera vez en la historia de esta familia, han ganado una apuesta contra las mujeres y van a flipar cuando se enteren. Justo lo que pasará en los próximos minutos.

Como si fuese un niño pequeño que acaba de recibir una increíble noticia, bajo las escaleras prácticamente corriendo en busca de mi padre. Está en la sala jugando con los gemelos, así que luego de asegurarme de que las mujeres no andan por los alrededores, me acerco a él.

Mis hijos, a penas me ven, corren hacia mí con tremendo jaleo y se abrazan a mi cintura. Me arrodillo junto a ellos para estar a su altura y les doy un beso y un abrazo de oso que los hace reír. Estos mocosos, junto a su hermana, son mi razón de ser.

—El abuelo nos ha prometido que este fin de semana iremos a pescar —dice Owen con evidente emoción y yo ruedo los ojos.

Desde hace unos años para acá, mi padre, Zion y Maikol, han adquirido un nuevo pasatiempo y cada vez que sus trabajos se lo permiten, se van de pesca y a los niños les encanta acompañarlos.

—Eso es genial, intentaré unirme a ustedes.

—¡Sí! —gritan los dos y debo pedirles que se calmen para no llamar la atención de las mujeres.

Les revuelvo el cabello y me incorporo para acercarme a mi padre.

—Oye, papá, necesito hablar contigo. Es importante.

Asiente con la cabeza y se pone de pie para luego seguirme a su despacho, no sin antes advertirle a mis hijos que se porten bien.

—¿Qué sucede? —pregunta una vez estamos solos.

—Tengo noticias de primera plana sobre Zack y Lía. Llama al resto.

Con las cejas arqueadas y una sonrisa abriéndose paso en su rostro, coge la laptop de su escritorio y se dirige al sofá, al que yo no tardo en unirme. Entra al chat grupal y, excluyendo a Zack, poco a poco los rostros de los miembros del team masculino de nuestra familia, comienzan a aparecer.

—A veces me pregunto si tan aburridas son nuestras noches, que cada vez que se hace una llamada de este tipo, todos estamos disponibles —comenta Dylan, ganándose una risa colectiva.

—En realidad, creo que todos estamos disponibles porque, por lo general, significa chisme —responde Bryan porque sí, él es parte de nuestra familia también

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