Manosear

429 39 1
                                    

La emisora de la radio daba los mejores y más alegres éxitos para la velada.  

¿Qué podríamos decir? El tiempo había pasado muy rápido.

Para cuando el equipo se había dado cuenta ya habían pasado casi tres semanas desde su retiro de dos días.
Las cosas no habían estado tan mal, todo en la ciudad y en sus vidas se había mantenido de forma muy tranquila y hasta conveniente en varios aspectos.

Todo el grupo se encontraba viajando dentro del vehículo azabache del lobezno, sonrientes y de buen humor mientras bebían sin control con lo que habían logrado llevarse de la barra libre del bar recién inaugurado que habían visitado, completamente ebrios mientras hablaban entre ellos sin mayor sentido que no fuera el de divertirse.

Por temas de seguridad el joven y tierno vulpino se encontraba sentado en el asiento delantero, con su cinturón de seguridad abrochado mientras movía sus orejitas al compás de la música que lograba percibir aún entre las risas y los gritos que daban los demás detrás de su asiento, sin verse triste o incómodo, simplemente relajado y contento como todos los demás.

Honestamente no lo había pasado mal desde el incidente de Juliet.
No entendió bien como fue que volvió a verse como antes, pero vaya que lo agradecía desde el fondo de su corazón, honestamente sería incapaz de vivir sin ese peluche por el resto de sus días y el simple hecho de tenerlo de regreso ya lo hacía inmensamente felíz, como si lo que había vivido esa noche no fuera más que un vívido y surreal sueño que por fortuna de Dios no se hizo realidad.

Las calles se encontraban vacías bajo aquel inalcanzable y pacifico manto estelar, sin luna alguna que pudiera opacar el brillo de las estrellas, con los imponentes edificios marcando la diferencia en el horizonte mientras resplandecían con luces de dorado y blanco que escapaban de sus ventanas y balcones, aportando una vibra especial a aquel viaje, dándole un hermoso panorama al más joven que bien desearía fuera infinito, eterno, sin fin.

Mientras Tarántula se mofaba de Serpiente en frente de su cara, Tiburón y Piraña cantaban con melancolía y destiempo las letras de las canciones de desamores que sabían, sin armonizar en lo más mínimo en lo que Serpiente se reía de la nada mientras observaba su propio reflejo en la ventanilla del asiento de pasajeros, con el lobezno conduciendo entre las vacías carreteras mientras sonreía perdidamente, moviendo el volante de lado a lado, jugando con los que estaban sentados detrás de él, divirtiéndose con tal solo verlos balancearse de lado a lado mientras derramaban sus cervezas y se encimaban sobre ellos ante cualquier movimiento imprevisto, ganándose así quejas por parte de los ebrios mientras que el de pelaje rojizo se aferraba a su cinturón de seguridad ante cada vuelta y desvío de carril, sin tener la edad suficiente para saber leer mas sí la necesaria para saberse de memoria un par de advertencias a la hora de conducir, mismas que no estarían de más decir ahora.

Puede ser que tener a Lobo como conductor designado en aquella noche donde todos habían jurado beber hasta caer no pudo ser la mejor de las ideas...
Aunque claro, de todas las idean que habían tenido en grupo ésta era la que menos consecuencias había traído a largo plazo, así que estaba bien ¿Cierto?

Wilde bostezó, abriendo su boquita mientras se frotaba los ojos y se estiraba, torciendose levemente a un lado mientras tensaba el cinturón de seguridad, suspirando gustoso ante las ansias de llegar a casa para poder ponerse su pijama, tirarse a la cama, abrazar a su querida Juliet y caer dormido por unas merecidas diez horas de sueño ininterrumpido, oh sí, la meta ideal.
Aquel tierno infante ya podía mentalizar su plan a futuro, el plan que cerraría la noche con broche de oro, su motivación para aguantar el sueño por el resto del camino hasta llegar...

Por otra parte, el líder de orbes brillantes cual luna llena no quería quedarse atrás, a fin de cuentas también quería divertirse un poco, aún después de todo el desastre que causó en el bar con sus colegas aún quería hacer un par de travesuras más.

Poco a poco el de pelaje grisáceo fue acercando su mano hacia el infante, posandola finalmente sobre el muslo del más joven, por sobre sus shorts beige mientras maseajaba suavemente aquella zona, sin pretender ser muy sutil.

El de orbes esmeraldas alza sus orejas en alerta tras sentir el tacto del lobezno sobre él, incómodo tras sentirlo tocar aquel lugar.

Nick desvió la mirada en un intento de restarle importancia, a fin de cuentas no creía que fuera tan malo como para tener que reclamarle, confiaba en que entendería que no se sentía cómodo y que simplemente lo dejaría en paz por el resto del viaje pero... no. No fue así.

Mientras el menor se entretenía viendo el panorama de la ciudad através de la ventana el lobezno aprovechaba para continuar con aquellas caricias impropias, aprovechando para de lleno meter su mano entre las dos piernas con el fin de irle separando los muslos con quién sabe qué fin.

Nick sintió como su corazón saltaba con fuerza. No estaba de humor para jugar a esto, ni siquiera sabía si era un juego en realidad, solo sabía que no tenías las energías para seguirlo.
Con algo de pena el de pelaje rojizo fue separando la mano del más fuerte, intentando apartarlo de el mientras se cruzaba de piernas, creyendo que con eso bastaría para que el adulto dejase de molestarlo...
Pero no fue tan fácil.

Tan pronto Lobo se dió cuenta de que su precioso y tierno angel buscaba alejarlo de él no dudó en proceder con un nuevo tipo de “estrategia”.

Sin disimular mucho movió su mano hacia la espalda del pequeño, aprovechando así para masajearla aún por encima de su camiseta verde con estampado de palmeras aguamarinas, aprovechando para subir hasta su nuca, rascandola mientras la presionaba con cierta insistencia, provocando que el pelaje del más débil se erizace con cada movimiento suyo por sobre él, incomodandolo.

Wilde soltó un pequeño y ahogado chillido mientras se removía en su lugar, quitándose en cinturón de seguridad para así salir disparado hacia debajo del asiento, liberándose del lobezno quien rió vagamente ante su actuar, sin estar completamente en sus cinco sentidos, posando nuevamente sus manos sobre el volante, sin parar de sonreír hacia el camino.

El de orbes esmeraldas se quedó viendo fijamente hacia sus muslos mientras se rascaba la nuca, intentando quitarse esa sensación desagradable que le habían provocado, confundido...
Las ocasiones en las que su madre le dió caricias nunca se sintieron incómodas ¿Pero por qué ahora sí? ¿Acaso estaría creciendo demasiado rápido? ¿Acaso ya no era aquel dulce zorrito que quería atención sin importar el costo?

Todas sus dulces preguntas se vieron interrumpidas entre los gritos que daba el lobezno hacia los pasajeros sentados atrás, mismos que entre risas no dejaban de patearle el asiento, afectando su forma de conducir mientras el auto serpenteaba de lado a lado, aterrando a Serpiente y a Tarántula quienes no participaban en la broma por obvias razones, causando un ambiente de estrés que poco o nada ayudaba al más joven.

En definitiva, si Nick lograba sobrevivir a esta noche optaría por no volver a usar un auto jamás en lo que pudiera quedarle de vida.

Daddy's Little Angel ft. WolfickWhere stories live. Discover now