Encerrar, Aislar

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Una semana había pasado ya desde el incidente con el que creyó sería su líder para toda la vida.   

Tal y como sus amigos habían dicho terminó a cargo de Diane, aquella dulce vulpina que tanta atención y cariño le había mostrado en aquel que fue su primer y hasta entonces único encuentro.
No había estado tan mal...

Un día después de llegar a su casa la fémina se encargó de llevarlo con doctores para que revisaran sus heridas, además de hacerle diagnósticos para saber si no se encontraba deficiente de alimentación o con falta de peso para su edad, preocupándose por si no tenía deficiencia de vitaminas y demás, recibiendo las mismas atenciones que no recibía desde que su madre falleció, atenciones que si bien podrían parecer tediosas para otros para él lo eran todo.

La vulpina en ese tiempo se encargó también de comprar ropa exclusiva para él, dándole ropa interior nueva, camisas, pantalones y pijamas más bonitos que todos los que tuvo en algún otro momento, todo con el fin de que pudiera vestirse y sentirse cómodo, en casa, en un verdadero hogar.

Toda la casa de la mayor se adaptó a las necesidades y deseos del más joven, llenándose de pequeños dibujos que quedaban colgados y acomodados en las paredes y entre los cuadros, con revistas y comics infantiles sobre los periódicos del día, con varios juguetes que aportaban color y cierta magia a cada habitación y mueble, entre otras cosas...

Tarántula, Piraña, Tiburón y Serpiente se daban una vuelta por el vecindario todos los días, con el fin de hablar con Diane por un rato en lo que se aseguraban de ver a Nick bien, contentos de verlo mejor pero tristes al no tenerlo ya cerca de ellos a diario.

Por otro lado, la misma banda se fragmentó, con Lobo perdiendo irremediablemente a sus amigos, con estos bloqueandolo en todos sus medios con tal de no volver a tener nada que ver con él, mudándose lejos de la guarida, viviendo en un hotel de tres estrellas a las afueras del centro de la ciudad, manteniendo un bajo perfil hasta encontrar un lugar mejor para volver a las andadas en el crimen.

Actualmente, en aquella noche estrellada y cálida, el joven cachorro de zorro se encontraba sentado sobre la cama de la vulpina mayor, vestido por una camisa manga larga y pantalones de color celeste con estampados de nubes, viendo las caricaturas en la televisión que se ubicaba instalada en la pared frente a la cama, oyendolas con un volumen bajo, sin nada en que pensar más allá de la cena de panqueques con mantequilla y jugo de moras que había tenido hace veinte minutos atrás.

— ¿Quieres hacer algo cuando termine de secarme, Nick? —pregunta la de orbes esmeraldas mientras se asoma a la habitación, vistiendo la misma bata rosada de la otra vez mientras sostenía entre sus manos un secador de pelo.

— Pues... ¿Tienes juegos de mesa? —pregunta, girándose de medio lado para verla mejor.

— Claro que sí —afirma, sonriéndole de forma amable.

— ¡Entonces un juego de mesa! —chilla, dando saltitos sobre la cama mientras su cola se mueve de lado a lado, ilusionado.

La fémina ríe encantada y se retira por el pasillo, entrando al baño para posteriormente cerrar la puerta y empezar a secarse el pelaje.

Por otro lado Nick devuelve su atención a las caricaturas, subiéndole un poco el volumen para no tener que esucuchar solo el zumbido de la secadora, acomodándose nuevamente entre las almohadas, seguro, cómodo...

Imperturbable.

— Linda noche ¿No lo crees? —inquiere con galante voz el lobezno de pelaje grisáceo hacia el joven infante en la cama.

— Sí —responde el vulpino de forma automática con una sonrisa. Frunce el entrecejo, dudoso y se gira rápidamente— ¿¡LOBO!? —exclama, viendo al mencionado asomado desde la ventana semiabierta de la habitación, sorprendido.

Daddy's Little Angel ft. WolfickWhere stories live. Discover now