23. UNDER THE INFLUENCE

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Una suave brisa indicaba la tormenta que se aproximaba, colándose por las grandes ventanas de aquella habitación, esa corriente de aire frío que chocaba con su piel ardiente haciendo remolinos mezclándose con el olor a sexo...sus sexos

Su chico con el rostro sonrojado yacía sobre esa gran cama cubierta por sabanas de seda color Champagne que contrastaban con su cabello dorado, ese par de ojos brillaban aun en la penumbra de la noche y su piel resplandecía con la luz de la luna que iluminaba la cama y a ellos sobre ella.

Jungkook besó lento, profundo y sensualmente los labios de Jimin, llevándose con él el dulce sabor de esa boca arrancándole suspiros y gemidos que quedaban ahogados en su garganta mientras con sus grandes manos recorría desde la cintura, costillas hasta llegar a los finos brazos que envolvía su cuello, tomó ambas manos y las llevó por encima de la cabeza de Jimin y las presionó con fuerza solo para hacerle saber quién daría las órdenes esa noche.

La piel de Jimin quemaba, su corazón galopaba desesperadamente en su pecho que podía escucharlo en sus oídos mientras envolvía sus piernas alrededor de las caderas de su hombre quien le sujetaba de las manos y devoraba fervientemente sus labios, elevó sus caderas rosando con ello ambas erecciones aumentando el sucio, vulgar y erótico sonido que reinaba es su habitación...el de sus lenguas húmedas que se entrelazaban de forma anhelante la una con la otra.

Extasiado y con los ojos cerrados Jimin escuchó el sonido de tela siendo rasgada, Jungkook sujetó sus manos y el hato sobre su cabeza al espaldar de su cama, la mirada de Jungkook era severa y llena de lujuria, aun así, él no tenía miedo.

- Parece que has olvidado a quien perteneces bebé. – Susurró con voz ronca a su oído y luego lamió con gula arrancándole a Jimin gemidos que nunca había hecho. - Todo mientras con su mano bajaba recorriendo su pecho y estómago se detuvo y acarició el suave vientre de su amor con la yema de sus dedos y se deleitó verle temblar, deseoso por sus caricias, tenía clavado sus oscuros ojos en los bellos zafiros cubiertos por tupidas pestañas que tiernamente se movía mientras le veían con amor, acarició el filo de esas caderas que le volvían loco.

Jungkook se llevó una pierna de Jimin a la altura de su boca para besar la tersa piel que tanto amaba, chupó la parte interior de ella y mordió con la fuerza justa en la ingle mientras respiraba el dulce aroma de la piel de Jimin, todo en él le provocaba, su cuerpo le exigía por Jimin era como si su propio cuerpo supiera que se pertenecían el uno al otro.

Jimin se restregó de placer en la cama, mientras Jungkook tomaba su tiempo besando y acariciando con su lengua el interior de sus piernas, Jungkook se deleitaba con los suspiros de este sin subir de nivel sus caricias, no porque él no lo deseara -Dios sabia cuanto moría por poseer a Jimin- Pero tenía un plan, él le mostraría a Jimin a quien pertenecía, le enseñaría a respetarle, borraría una a una las dudas sobre su amor por él

Cuando Jimin sintió que las caricias en su cuerpo se detuvieron y sintió a su novio alejarse de él.... casi entró en pánico, creyó que este le abandonaría, pero cuan equivocado estaba, Jungkook estaba de pie frente a su cama mientras devoraba su cuerpo con la mirada, lo siguiente que escuchó no se lo esperó

- Te quiero boca abajo sobre tus rodillas, sin despegar tu rostro del colchón, con el trasero lo más levantado que puedas y con las piernas bien separadas. – ordenó Jungkook sin un solo titubeo o duda en ello, con un tono de voz endemoniadamente sexy y escalofriante-

- No puedes hablar a menos que yo te lo pida, eso incluye jadeos y gemidos.

Jimin obedeció al pie de la letra lo que se le había ordenado hacer, expectante, ansioso y muy, muy excitado. Sintió el peso de Jungkook sobre la cama posicionándose frente a su trasero, la cálida mano de Jungkook acarició su espalda desde su espalda baja hasta su cuello – Jimin cerro sus ojos y mordió sus labios para evitar hacer ruido- Mientras las grandes manos de Jungkook subían y bajaban por su espalda, deteniéndose de vez en cuando para estrujar su cintura con ambas manos - ¡Dios quería morir allí mismo! –

PRETTY BOYWhere stories live. Discover now