31. PRETTY BOY

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Jimin volvió a presionar la página arrugada contra su pecho, esa que le había entregado su primo cuando cremaron el cuerpo de Jungkook, la había leído tantas veces que sabía de memoria cada palabra, pero nunca algo de Jungkook sería suficiente.

Era lo que le quedaba de él, una nota escrita con su puño y letra más miles de recuerdos

Idiota –Jimin susurró entre lágrimas–

Su corazón sangraba de tristeza, por la aterradora realidad de que Jungkook jamás volvería. Que nunca más podría ver su sonrisa de niño inocente y perverso a la vez, sus grandes ojos marrones brillantes que podían leer hasta el más profundo de sus pensamientos, su egocéntrica manera de tomar decisiones, su arrogante postura de hermoso Dios griego, la forma en que llevaba ambas manos a la cabeza alisando su pelo hacia atrás cuando las cosas se salían de su control, su dulce sentido del humor y su descomunal sentido de justicia

El solo imaginar que no volvería a estar frente a él, que jamás volvería a tener la oportunidad de decirle un te amo le hacían ahogarse en lágrimas

Jimin abrazaba aquella nota con fuerza como si pudiera enterrarla en su pecho para calmar su dolor.

¿Cómo no voy a sufrir por ti si todo el tiempo te llevo en mi mente y en mi corazón?

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Siete días atrás...

Cuando despertó estaba rodeado por una charca semi seca de sangre aparentemente suya, el ruido de agua cayendo sobre algo le habían traído de vuelta a la conciencia, lo último que recordaba era el sonido ensordecedor de la muerte eminente. La gran placa de acero sobre él había sido la que le brindó unos segundos extras antes de pasar al más allá si es que existía uno.

Con algunos destellos de cordura y la poca lucidez que le quedaba logró encontrar ese punto medio entre el delirio y la realidad, tanteó a su alrededor en busca de lago que le ayudara a sostener el peso de la placa de acero sobre él, pero lo único que logró encontrar fue una palanca de hierro que utilizó para levantar la pesada tapa de una pequeña alcantarilla a uno dos metros lejos de él.

A ciegas y como pudo se arrastró buscando con sus manos aquella su última oportunidad de escapar. Con las heridas dificultándole la movilidad, el espacio reducido en el que se encontraba y el oxígeno siendo cada vez más escaso clavó la palanca en el borde de plancha de hierro. Con mucha dificultad giró su cuerpo y usando la fuerza de sus piernas pateó ferozmente hasta levantar la pesada tapadera.

Con el peso del edificio apunto de hacer ceder la plancha de acero sobre él se lanzó por aquel agujero cayendo y golpeándose la cabeza sobre cemento macizo donde se desmayó.

Una fuerte corriente de aire frio le dio la pista de que cerca de él había una salida al exterior. Su cuerpo nunca le pareció tan pesado hasta ahora que sin fuerzas arrastraba el tanque de guerra en que se había convertido.

El constante silbido en sus oídos le hacía creer que su cabeza explotaría en mil pedazos, el dolor que sentía más el sonido de su pesada y agitada respiración retumbando haciendo ecos en las paredes de aquel túnel mediano le decían que la claridad y la vegetación frente a él era real y no una simple ilusión suya.

Quiso llorar de alivio cuando sus manos tocaron el pasto y las hojas se pegaron bajo su ropa mientras se arrastraba sobre sus codos hasta llegar a un frondoso tronco de pino caído. No tenía ni puta idea de donde diablos estaba, lo único que podía ver era la inmensidad de la altura de los cientos o quizás miles de pinos a su alrededor.

PRETTY BOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora