sunset child [rubegetta]

• spring days and summer nights •

Le gustaría decir que lo sabía.

Abrió los ojos como cada mañana antes de que el sol terminará de salir, sus párpados temblaron cuando trato de enfocar el sol por los cristales del gran vitral que iluminaba la habitación pero el cansancio lo arrastró de regreso a su sueño, incapaz de ver que entre nubes de tonos lilas se alzaba un sol con destellos naranjas, como había predicho la bruja cuando le preguntó cómo sabría que ese era el día.

Había anhelado toda su vida este día, apenas tuvo conciencia, sueña con el recuerdo donde una versión de él muchísimo más joven infla el estómago como los mayores en los solsticios de primavera porque siempre recibían la fruta más jugosa, las ropas más coloridas, los abrazos más tiernos, recuerda las pinturas que les hacían debajo del ombligo, como se movía sus barrigas debajo de las palmas de sus manos. Él quería estar embarazado para tener toda esa atención y ese resplandor crepuscular que solo tenían ellos, sin tener la esperanza de una familia.

Eso vino después, cuando tuvo que salir de su pueblo de origen porque sabía que su camino estaba en el exterior, usó su corazón de brújula y en todos esos meses de su adolescencia temprana se preguntó cómo sería hacer ese viaje con su familia, si sus padres le hubieran permitido hacer esto, si lo dejarían partir por su cuenta o irían con él y en una noche donde miraba las estrellas con ambas manos en el abdomen se preguntó cómo sería tener a alguien tan cercano a él que pudiera sentirlo bajo su piel y lo quiso, lo quería como había querido irse. Recuerda la sonrisa rompiéndole el rostro mientras soñaba despierto con este día.

Karmaland sólo le confirmó lo mucho que quería hacer su propia familia, sus festividades no eran tan naturales como las suyas pero seguían siendo tiernas con la gente que crecía un ser humano dentro de ellos, a su vista seguían teniendo la fruta más deliciosa y los abrazos más sinceros. Si fuera honesto él hubiera esperado unos años más o por lo menos estar más estable en una relación que como pasó, pensó que tendría que hacer todo este ritual que había a finales de verano donde la gente se metía al río que rodeaba al gran árbol y pedían por fertilidad.

Él no, maldito o preferido por los dioses, él no tuvo que rezar ni colgar amuletos en lunas llenas para ser bendecido para engendrar, probablemente estaba ebrio el día que en su vientre se creó vida, siempre estaba un poco tomado cuando estaba con Vegetta porque era la única forma de olvidar que el mayor no era suyo para perder, no era suyo por completo, sólo cuando el paladar le sabía a vino dulce y nadie más los veía se atrevía a tomar de sus labios la más dulce mentira de un para siempre.

Pero resultó bien, ahora se acomoda en la cama del mayor que lo abraza mientras duerme, que lo acerca un poco más de regreso a su pecho porque se ha alejado y lo deja, sus garras redondeadas sujetan con firmeza el brazo que le hace de soporte a su cabeza, ambos respiran lentamente siendo cubiertos por un sol curioso por ver una última vez su estómago redondo y firme.

Se queja entre sueños cuando siente una sensación extraña pero no lo molesta lo suficiente para despertarlo, su mano está justo debajo de sus costillas como un gesto ausente, sus dedos sienten perfectamente como su vientre cae pero entre sueños se lo pierde, su cuerpo lo sabe pero su cerebro está perdido en momentos del tiempo donde sus memorias trazan el camino a este día donde no lo sabe.

Se gira acomodando su nariz en el hombro de Vegetta que se queja por la nueva posición pero que tampoco despierta por ahora.

En el trayecto del día no se da cuenta que su abdomen se ve diferente, sigue cansado por no poder dormir todo el invierno, apenas ha podido hibernar tres semanas, por lo que pasa sus tardes sentado en una especie de futón que han puesto en la sala para que pueda ver algo más que el gran vitral de la habitación y poder recibir a sus amigos, como a Alexby que justo en este momento le está platicando un cotilleo que hubo en el mercado principal.