Décima bala

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No tomó más de cuarenta minutos el firmar los papeles haciendo los cambios que Tyron le pidió a Marcial Travis y también como cuando de manera cómplice Ty pidió al amable hombre que tratase todo con total discreción.
Mördare se acercó hasta la casa pero no entró, decidió que era mejor esperar sentado en un pintoresco banco en el jardín debajo de un hermoso árbol de sauce.
Desde ese punto la vista era simplemente hermosa, Mördare se pudo imaginar ahí pasando largas horas meditando.
Marcial salió y vio al muchacho ahí sentado en actitud contemplativa y se acercó hasta él.
Mördare escuchó a Marcial cuando abrió la puerta de madera y al pasto siendo aplastado hasta que se detuvo junto a él.

—Es una propiedad hermosa, dijo el hombre con nostalgia.
Mördare asintió y volteó a verlo colocándose los oscuros lentes.

—Lo es, —afirmó Mördare de una forma respetuosa.

—Te dejaré unos números telefónicos hijo, son proveedores tanto de ganado, aves de corral, de semillas y de insumos, los cuáles te serán necesarios.
Marcial sacaba de su desgastada billetera un manojo de tarjetas las cuales entrego al joven.
Mördare curioso miró al hombre y se quitó las gafas oscuras mientras tomaba las tarjetitas.
—¿Cómo sabe que me gustó?, —preguntó bastante asombrado Mördare.

Marcial sonrió de lado, —yo también tuve esa misma mirada cuando vi mi primer pedazo de tierra.
Entonces supe que a veces las heridas sanan con paz y algo de trabajo rudo.
Mördare sonrió agradecido por aquellas palabras, dudaba que él sanara solo con vivir como menonita, pero al menos su mente estaría ocupada en otra cosa.

—Gracias Marcial y créeme que llamaré a estas personas.
Marcial se levantó conforme y antes de girar e irse giró para estar de frente a Mördare.

—También agregaré mi número, uno nunca sabe cuándo va a necesitar un consejo, rápidamente el hombre sacó una tarjeta buena y en el reverso escribió su número, Marcial se tocó la punta del sombrero y se fue dejando a Mördare otra vez con su cómodo silencio, hasta que Tyron salió y se acercó.
Para Mördare ahora más tranquilo ese fue un movimiento sin importancia.

—Tendremos que comprar algunas cosas como comida y mañana empezaremos a planear que vamos a hacer con este lugar.
Tyron observó a Mördare que parecía una cuerda de violín, tensa pero de alguna forma relajada .

—¿Necesitas que yo vaya contigo?, —la tranquila pregunta casi hizo a Tyron sacudir a Mördare que parecía como si estuviera escondiendo algo.
Tyron asintió y apretó la mandíbula, por ahora no diría algo que pudiera alterar la tan apreciada calma.

El pueblo como la primera impresión que tuvieron, fue agradable, pequeño y muy acogedor.
Los lugareños los miraban curiosos pero no agresivos.

El pequeño supermercado estaba bien abastecido de comestibles, artículos de limpieza, farmacia, higiene personal, abarrotes y una pequeña ferretería aunque también había una tienda de ferretería mucho más grande.

—Hola Bienvenidos, un amable joven saludó a Mördare y a Tyron, —espero hayan encontrado todo lo que necesitan y sino, pueden hacer su pedido y nosotros lo traeremos a la brevedad.
Tyron agradeció mientras Mördare miraba en la ferretería pidiendo algunas cosas.

—¿Son visitantes?, —el joven no parecía del tipo que causara problemas, sus manos nunca se detuvieron de empacar las compras.

—En realidad acabamos de comprar el pequeño rancho de Marcial Travis, —Tyron no encontró sentido a esconderse puesto que estarían visitando el lugar de modo frecuente ya que la población más próxima estaba a una hora de distancia.

-¡Oh! Esa es una gran compra. Esas tierras valen más de lo que Marcial pedía.
Tyron sonrió y agradeció al joven que se presentó como Gustavo.
Con las compras en el vehículo, Tyron solamente esperó Mördare que salió con bastantes cosas como clavos de diferentes pulgadas, martillos, taquetes, alambres, cablería.

Traición en la casa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora