━━ CAP. 42

356 52 5
                                    

Mingi lo invitó a subir a su cuarto.

Apenas el beso terminó, Mingi entrelazó sus dedos en un gesto supuestamente cariñoso y lo guió hasta el interior de su casa.

Hongjoong estaba ido, distante de lo que ocurría, como un cuerpo sin vida ni alma. No protestó cuando atravesó las puertas de esa tétrica residencia y fue arrastrado por las escaleras, llegando a la planta superior. No se quejó cuando Mingi lo recostó sobre su cama, en esa habitación totalmente blanca y pulcra, tampoco reclamó en el momento en que sus prendas comenzaron a desaparecer poco a poco.

Cuando el peli-ceniza retiró sus pantalones, dejándolo únicamente en ropa interior, Hongjoong le miró a través de sus ojos cristalizados.

Lentamente, Mingi comenzó a repartir besos desde sus pantorrillas, subiendo hasta sus muslos, pasando por sus caderas y pecho hasta llegar a sus clavículas.

Su cerebro estaba desconectado, sus músculos no reaccionaban, y por mucho que quisiera desaparecer y escapar de allí, sabía que no podría hacerlo.

Sabía que ya nada tenía sentido.

Un par de besos más fueron esparcidos sobre su cuello hasta llegar una vez más a sus labios. Y allí, cuando iba a besarlo de nuevo, finalmente habló:

—Mingi... —susurró, su mirada estaba perdida.— ¿Por qué haces esto?

El mencionado se apartó, apenas un poco, y volvió a sonreír.

Dios, como odiaba esa sonrisa.

—Porque te amo, Hongjoong.

Hongjoong lo miró.

—No, no me amas. Si me amaras, no hubieras...

—¿Matado a tus padres? —la pregunta sonó burlesca, molesta para sus oídos.— Eran un impedimento para nosotros, ellos no nos dejaban estar juntos.

Cada palabra dicha en esa oración terminó por destrozar los escombros de su corazón.

Sus padres tuvieron razón todo el tiempo, pero él había sido un ciego, un desobediente y un jodido hijo de puta. Podía odiar a Mingi con todas sus fuerzas, pero sabía que él también era culpable de todo.

Él y su maldita curiosidad.

—¿Tú me amas, Hongjoong?

La pregunta fue como una estaca, como un cuchillo filoso clavándose justo en su cabeza. No bastó más que aquello para que finalmente despertara, para que abriera los ojos.

—No —dijo y se levantó de la cama a paso firme.— No te amo y jamás amaré a un bastardo como tú.

Mingi alzó las cejas, sorprendido de su reacción.

—¿Cómo dices, Hongjoong? —preguntó, levantándose también.

—Dije que no te amo, Song Mingi —respondió, al borde de explotar en llanto otra vez.— Te odio, te aborrezco, te detesto, pero nunca en mi vida te amaré.

Mingi asintió, pero su mirada lucía indignada.

—Yo no quería llegar a esto tan pronto, pero te lo buscaste —dijo, sacando una pequeña navaja de su bolsillo.

Hongjoong se mantuvo firme, mirándolo fijamente, y en un movimiento ágil y astuto se lanzó sobre él y le arrebató la navaja.

Mingi cayó al suelo, quejándose por el golpe, y enfocó su vista en Hongjoong, quien lo estaba apuntando con su arma. Por primera vez, desde que se conocieron, veía ira y rabia en esos ojos.

Esa mirada tan pasiva y pura que caracterizaba a Hongjoong había desaparecido para siempre, ahora solo había rencor en su alma.

—Adelante, mátame —murmuró él, sonando relajado.

Y esa idea sonó completamente tentadora.

Y esa idea sonó completamente tentadora

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
𝗩𝗔𝗡𝗜𝗟𝗟𝗔 𝗖𝗜𝗚𝗔𝗥𝗘𝗧𝗧𝗘𝗦 » minjoongWhere stories live. Discover now