━━ CAP. 44

314 50 0
                                    

A Mingi nunca le agradaron sus padres.

Podía ser un niño, pero no era tonto. Sabía que eran personas deshonestas y de mala fama, razón por la cual optó por no tomarlos mucho en cuenta desde un principio.

En más de una ocasión, cuando se alistaba para la escuela, escuchaba la puerta principal abrirse. Solía asomarse por la escalera, como todo niño curioso, y veía a su padre llegando con su ropa desordenada, apestando a alcohol y cubierto por marcas de labial.

Ese tema lo entendió con el tiempo.

Más adelante, cuando sus padres estaban cenando, Mingi hizo un comentario fuera de lugar y creó una grieta en su familia.

—Deberíamos invitar a la amiga de papá a comer con nosotros. Se ve que es cariñosa, siempre le da muchos besos.

Esa noche, Mingi trató de cubrir sus oídos con la almohada, pero la pelea de sus padres fue demasiado ruidosa como para ignorarla.

También, esa misma noche, su padre le dio una paliza.

Mingi aprendió una cosa ese día; si hablaba demás, iba a ser castigado. En realidad fueron dos cosas, pero no le prestó atención hasta unos meses después.

Lo que siguió fue el divorcio de sus padres, sin embargo, permanecieron juntos para no arruinar la imagen que tenían. La pareja de empresarios no podía darle un mal nombre a la compañía, después de todo, aquel matrimonio siempre había sido falso.

Pese a todo, la más afectada fue su mamá.

Mingi la oía llorar por las noches, sin entender que ella odiaba lo desdichada que era su vida, atada a un mal hombre y con un trabajo que no le gustaba. A veces, cuando iba a su habitación, encontraba pequeñas bolsitas con pastillas y algunas con un extraño polvo blanco.

Ese fue otro tema que comprendió con el tiempo.

Entonces esa casa se convirtió en un infierno para Mingi. Las peleas, gritos, golpes e insultos iban y venían, era la rutina diaria de la familia Song.

Con el pasar de los años, el abuso hacia Mingi atravesó otro tipo de fronteras. Apenas cumplió dieciséis fue enviado a trabajar para ayudar con la economía del hogar, pero él aún era un joven inexperto y comenzó a fracasar desde un principio.

Entonces su madre le dio de su droga.

Probó la cocaína en su adolescencia ya que, supuestamente, lo ayudaría a trabajar mejor. También, durante ese mismo período, su padre se acercó a él una noche y le comentó lo maravilloso que era el alcohol para olvidarse de los problemas.

No supo que estaba cayendo en un abismo sin fondo hasta que lo expulsaron de la escuela por su rebeldía. Los profesores notaron que se había vuelto adicto a las sustancias y al alcohol, pero llamar a sus padres solo empeoró las cosas.

Fue castigado, sin saber el motivo. Después de todo, ellos fueron los que lo guiaron por ese camino.

Su padre lo amarró a un poste esa noche, donde una brutal tormenta arrasó la ciudad. Fue obligado a dormir allí porque querían que aprendiera una lección, pero lo único que pudo sentir fue rabia al verlos reír desde la ventana de su habitación mientras él estaba totalmente empapado.

Su situación no mejoró con los años y, de hecho, empeoró.

Para Mingi se volvió inútil cubrir sus heridas, porque apenas salía a la calle podía percibir las miradas de lástima sobre él.

Sabía que el mundo lo repudiaba.

Entonces, una noche, llegó a una conclusión.

Si sus padres le hacían daño, él también podía lastimarlos a ellos.

𝗩𝗔𝗡𝗜𝗟𝗟𝗔 𝗖𝗜𝗚𝗔𝗥𝗘𝗧𝗧𝗘𝗦 » minjoongDove le storie prendono vita. Scoprilo ora