Capítulo 8: "Los Stalling nunca se rinden"

12 1 0
                                    

A la mañana siguiente, me había despertado al oír a Joseline tararear. Bostecé y abrí poco a poco los ojos. Esa noche, no había dormido nada, siendo sincera. Estaba pensando una y otra vez en ese estúpido príncipe, y como me había dejado en ridículo. Parecía una buena persona al principio, pero no me di cuenta de la realidad.

Puedo convertirme en tu peor pesadilla.

Podría acabar con tu vida en una milésima de segundo.

¿Qué se supone que era eso? ¿Unas amenazas? ¿Para asustarme? Sí, desgraciadamente, Zedrik me asustaba al decir aquellas cosas, sobretodo con esa dureza y esa expresión en su rostro. Era un ser oscuro, claro que lo era, pero yo no iba a ser la idiota que se dejaría engañar. Él no sabe que yo soy muy testaruda, y cuando me propongo algo, sé que lo haré. Esa era la fama que tenían los Stalling. Mi familia era así siempre. No nos gustaba tirar por la borda una oportunidad, así que lo intentábamos con mucha honra. Un gran ejemplo a seguir fue y sigue siendo Jacek. A los quince años, fue llamado a una convocatoria para entrenar a los jóvenes exploradores. Se presentaban para convertirse en capitán del Escuadrón Rojo, el más importante de toda Ashiar. Hubo unos cien candidatos, entre ellos, mi capitán. Se sometieron a unos arduos entrenamientos, los cuales deberían superar a la primera, a medida que pasaban los días. En ese tiempo, casi no veía a Jacek por casa, estaba siempre ocupado entrenando. Él nunca se rindió, ya que desde que era muy pequeño, siempre quiso ser un capitán de un equipo de exploradores. Y gracias a su increíble trabajo, después de un año, lo consiguió.

Fue proclamado capitán del Escuadrón Rojo. Me acordé de la sonrisa en su cara cuando volvió a casa, y como lo celebramos. Mamá, papá, él y yo. Nunca pude sentirme más orgullosa de él, y gracias a lo que vivió, supe que debía de ser como Jacek, no rendirme. Cuando una tarde me propuso ser integrante de su equipo, no lo pensé dos veces y acepté. Desde ese momento, le demostré que era una gran exploradora, y así lo hice. Ahora, la situación es muy diferente, y hay muchísimas más dificultades, pero eso no iba a parar mi sed de esfuerzo. Observé a Joseline cuando me peinaba y me trenzaba el cabello, se movía por la habitación. Llevaba un plumero sobre las manos, y con él, estaba limpiando cada rincón.

—Joseline— la llamé.

Ella al instante se acercó a la cama.

—¿Le sucede algo, señorita Aria?— me preguntó.

Le sonreí.

—Te he dicho que sólo me llames Aria.

Sus pómulos se enrojecieron.

—Losiento— se disculpó, torpemente.

La agarre de una mano y ella me miró sorprendida ante el gesto.

—No quiero que seas mi sirvienta, sino mi amiga— le declaré— no me gusta el hecho de que en este castillo te vean inferior, para mí eres igual que todos los demás.

Los ojos de Joseline se pusieron vidriosos.

—No creo que el rey lo apruebe— titubeó.

Me levanté de la cama y la agarre de la otra mano.

—Créeme, el rey es lo último que me importa.

Ella parpadeó sin creer lo que acababa de decir.

—Aria yo... Nunca he conocido a alguien piense así del rey— me declaró, pensativa— bueno, a parte del príncipe.

Al oír aquello último, hizo que pusiera una mueca.

—Zedrik también está en mi lista de personas que menos me importan— la solté y me encaminé hasta el armario.

KERMIANWhere stories live. Discover now