༻[ 𝒻𝒶𝓃𝒻𝒾𝒸 ]༺
Todos los "peces", como los llamaba Latte, finalmente consiguieron un final feliz. ¿No es así? Tal vez excepto por uno que vivió una vida poco excepcional y hasta decepcionante.
Uno de los dioses se ha compadecido de él y le dio...
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Sorbió otro poco de agua y dejó el vaso dorado sobre la mesa. Observaba a todos con detenimiento, pero no era como si los estuviera escuchando, sino que estaba perdido en sus pensamientos mientras apoyaba el mentón en su mano.
La mesa de junta era bulliciosa como siempre. Un hombre de estatura promedio y traje elegante exponía orgullosamente una nueva idea sobre el comercio. Los demás señores burgueses escuchaban algunos con atención, otros con aburrimiento. Era una escena a la que Rondemio acostumbraba en su vida anterior.
Cada mes a dos meses realizaban una junta entre las casas nobles más renombradas para ponerse de acuerdo sobre los negocios e inversiones más favorables de la temporada. Además de proponer alguna nueva idea o negociar una alianza con otro reino o casa.
El marqués Astidio era el más hablador. Era un hombre alrededor de los cincuenta años, de contextura gruesa y torpe al hablar. Tenía poco pelo y sin embargo siempre llevaba un peine en el bolsillo derecho del chaqué con el cuál se acomodaba los cabellos cada cinco minutos (Rondemio los había contado). Su rostro era áspero y desde que su esposa lo había abandonado en una huida hacia el Reino de Lana con un amante laniense, se había empeñado por tapar su demacrado estado de ánimo en lo comercial y los negocios arriesgados.
La historia era siempre la misma; se acercaba al palacio en la junta de nobles a prometer un negocio, que, en sus palabras, cambiaría la vida de todos sus inversionistas, pero siempre terminaba en un estruendoso fracaso. Sino fuera por el enorme poder económico que de por sí respaldaba al Imperio de Helionne, se hubieran ido a la bancarrota con los proyectos inútiles y fracasados del marqués.
En su vida anterior, el palacio nunca se negó a prestarle dinero. Siempre habían aceptado, aunque poco a poco el préstamo se reducía por los penosos resultados. Su padre, el emperador, había sido lo suficientemente inteligente como para separar una cantidad insignificante de dinero, ofrecerle menos y, aumentar la oferta a la cantidad separada una vez que terminaba la junta. No significaba nada para las finanzas del palacio, así que era dinero accesible para prestar, y la casa Astidio permanecía aliada al palacio, convenientemente más para ellos que para la familia real.
Cuando Rondemio subió al trono, los préstamos continuaron y la casa Astidio empobreció aún más. El marqués culpó a su vicio por las mujeres, a las que llamó "mala distracción" y a sus otros vicios del alcohol y las apuestas, siendo el último donde todo su dinero iba destinado. Se autoproclamaba como el futuro hombre del comercio que algún día demostraría su éxito, pero ese día nunca llegó. Finalmente, falleció tres años después desde el nuevo emperador, por culpa del alcohol y el tabaco.
