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Musica sonaba en la pequeña y vieja radio que poseía Gaia, algunos discos igual de viejos que ella conservaba como las cosas más sagradas de su vida.

Según Norm, aquellos objetos pertenecían a su madre de cuando estaba en la Tierra, por eso Gaia los guardaba con mucho amor.

Leyendo un libro sobre Pandora, la música llenaba el ambiente en silencio, pues solo era ella en aquella habitación, ya que Spider había salido como usualmente lo hacía.

Cómo siempre, la maravillosa vista de la naturaleza de Pandora yacía en frente, solo siendo separada por un vidrio que le permitía mantener el oxígeno adecuado para ella en esas cuatro paredes.

Le era extraño el silencio, pues Spider siempre llenaba el ambiente con cualquier anécdota o chiste sin sentido que solo hacia reír a Gaia, y pues siendo honestos, ese era el propósito de Spider; aunque no se escuchara la risa de alguien más, le era suficiente y alentador escuchar la dulce risa de Gaia.

Quizá la chica no tenía la risa más elegante y suave, pero para Spider era música, y lo contagiaba instantáneamente, logrando que en pocos segundos ambos estuvieran riendo como si el mundo solo fuera entendido por ellos.

Giró su silla y por instinto miró a la puerta, como si esperara que esta fuera abierta y entrara su compañero, quizá un tanto sucio, o parloteando sobre su nueva aventura en los grandes bosques junto a sus amigos.

Independientemente de lo que sea que le contaría, ella lo escucharía atenta, pues le gustaba escucharlo hablar y hablar, la forma en la que él se expresaba, gestos y movimientos la hacía sentir que ella también podría encajar así como él lo hace.

Perdida en aquellos pensamientos, el click la hizo prestar toda su atención, sin embargo no era quien anhelaba en ese momento, pero eso no evitó que una sonrisa se asomara en su rostro.

—Kiri.

Saludó la muchacha, manteniendo un semblante tranquilo pero expresando que le alegraba ver a la na'vi.

Kiri tomó un respiro con su máquina, la cual colgaba de ella, luego le sonrió con calidez para poner una fruta en el escritorio de la chica.

Trayendo una silla para sentarse a un lado de Gaia, la diferencia de altura era demasiado notable, Kiri mirando hacia abajo habló.

—Spider me pidió que te trajera esto. Que quizá hoy llegue más tarde de lo usual, entonces que no lo esperes despierta.

—La fruta es una disculpa, supongo —Gaia tomó aquella fruta de dudosa procedencia en sus manos.

Era mas grande que las frutas que habituaban comer con Spider y amigos.

—Dile que gracias, y gracias por tu visita Kiri, no tienes que aceptar ser la mandadera de Spider.

La na'vi soltó una carcajada, su cola se movía de un lado para otro, señal de que la pasaba bien con la chica.

Intercambiaron unas cuantas palabras, unos cuantos respiros para Kiri y suspiros pesados por parte de Gaia.

Ver respirarlos con eso, a Kiri, Lo'ak, y escasas veces a Neteyam, sentía que de repente el aire que entraba a sus pulmones se volvía pesado, irregulando su respiración y obligándose a respirar ella misma.

Ya que ella sentía que pensar en eso, su respiración automática se desactivaba de la nada.

El tiempo pasó rápido, Kiri se despidió, pues ella misma sabía que caminar en el bosque de Pandora en las noches podría ser peligroso.

No por su naturaleza, si no por las advertencias ya dadas por Jake, avistamientos de naves, o de nativos con armas.

Se creía que la RDA estaba inspeccionando el territorio nuevamente, pero no sabían el porqué.

Gaia sentía el atardecer nostálgico, siempre se preguntaba como eran los atardeceres en la tierra, o si quizá habían eclipses así de regulares como en Pandora.

El cielo anaranjado, el silencio de su habitación pero el sonido de la fauna de allá fuera, se convirtieron en un arrullo, recostandose en la mesa, suspiró, sintiendo como podía dormir en ese lugar.

Sin Spider, todo se podía sentir solo.

El muchacho llegó después de un largo día con sus amigos, traía muchas cosas consigo, algunas piedras que pensó que a Gaia le gustarían, algunas frutas jugosas y dulces, y especialmente, unas extrañas flores

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El muchacho llegó después de un largo día con sus amigos, traía muchas cosas consigo, algunas piedras que pensó que a Gaia le gustarían, algunas frutas jugosas y dulces, y especialmente, unas extrañas flores.

Sin su máscara se adentró al cuarto en el que había compartido muchas cosas con Gaia.

Su vista se fijó directamente en las ropas holgadas de la chica, la cual dormía en el escritorio que estaba ubicado en la gran ventana.

Spider negó con una sonrisa, dejó sus cosas sin hacer demasiado ruido para así tener sus manos libres y poder dejar una manta sobre Gaia.

Las noches en Pandora podían ser frías para ellos, pues su temperatura tardaba en regularse en este tipo de situaciones.

Luego de colocarse una ropa en la que se sintiera cómodo, se sentó a lado de su compañera, quién parecía aún dormir profundamente.

Miró lo que había conseguido en este día, sonrió orgulloso, mañana buscaría algo para organizar las frutas y poner aquellas flores.

—Gaia, debes ir a tu cama, tendrás dolor en tus músculos si sigues en esa posición.

La picó sutilmente, obteniendo un quejido por parte de ella, aún así no tardó en despertarse para analizar su entorno.

—Te ves horrible —bromeó su compañero para peinarla un poco.

—Tu te ves sucio —respondió ella, sus ojos medio cerrados tratando de adaptarse a luz de la pequeña lámpara.

—Ja —el rubio le acomodó aquella manta y con suavidad le tomó la mano—. Ven, es hora de dormir.

Ambos se levantaron, Spider la arropó y se aseguró que quedara nuevamente dormida. No era difícil, Gaia no parecía haber despertado del todo.

La miró por un breve tiempo, para finalmente irse a su cama.

Ambos durmieron tranquilos, pues aunque no sentían su calor juntos, la presencia del otro en esa misma habitación era suficiente.

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⏰ Last updated: Apr 15 ⏰

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