Deseo

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Deseo tanto que alguien me note, que busco miradas entre la multitud. Esperando una señal de que no soy invisible, de que no solo deambulo esperando a que el día acabe. Mis manos tiemblan, esperando a que alguien venga y las sujete con firmeza, con amor. Mientras tanto, me paso el día enfrente del espejo, observando como mis manos faltas de calor, trazan mi rostro. Un rostro imperfecto, impuro, indigno. ¿Es tanto desear no odiarme?

Deseo tanto destacar que acabo hundiéndome en mi propia sed, como si la arena del desierto de mi ambición me engullese hasta dejarme sin aliento. El espacio que antes ocupaba el aire para salir de mi garganta, es llenado por los miles y diminutos granos de arena, ásperos y fríos. Deseo tanto no tener miedo que acabo echando el pestillo a la puerta de la vida, pensando que si me quedo encerrada la felicidad sabrá buscarme y tocar a esa puerta señada con sueños ilusos.

Deseo tantas cosas que a veces pienso que mi ambición no tiene limites. Al final solo me ahogo en mis deseos, reales solo en mi mente. Sin arriesgarme, sin vivir, sin nada...

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