Bella tristeza

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En el fondo la tristeza tiene un trazo bello y delicado que la gente se pasa por alto. Ignoran ese sentimiento como una alarma que les grita detenerse. Lo normal estos días es salir al mundo, envuelta en vendas para tapar las heridas profundas y rodearte de gente, la máxima que puedas. Porque así aparentas no tener ni una sola cicatriz de la que avergonzarte. Sin embargo, aun con miles de vendas fuertemente apretadas, sujetando las gasas que impiden al dolor salir, la sangre logra colarse por la tela, haciéndose visible a los demás. Y eso, nos es aun mas aterrador que la profundidad de la herida. En el momento en el que deja de sangrar ya no vigilamos si la venda esta bien sujeta, provocando que con cualquier acción se caiga, se desliza hasta chocar con el suelo, ensuciándose. Cuando nos percatamos de que no tenemos nada que cubra la vulnerabilidad, de que todo el mundo puede verla, agarramos la venda del suelo y la volvemos a enrollar alrededor del corte, sin pensar que lo infectamos, provocando que todos esos días que hemos pasado curándola, gritando por el dolor, no signifiquen nada y que ahora hay que volver a empezar, volviendo a sentir la lesión como el primer día. Todo por el angustioso pensamiento de que alguien pueda ver a través de nosotros.

Relatos cortosWhere stories live. Discover now