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No puedo creer lo que hice anoche. No sé en qué estaba pensando cuando dejé que me besara. No sé qué estaba pensando para subir a su auto en primer lugar.

Lo único que sé es que parezco una idiota sonriendo para mis adentros.

Mientras limpio los suelos de Graysson Publicity, el recuerdo de anoche lo hace más peligroso.

Hasta he decidido usar una estúpida boina para esconder mi cabello y pasar desapercibida un poco. Aunque he estado limpiando en el último piso por las últimas horas y no me he encontrado con nadie en los pasillos.

Me deleito admirando algunas obras de arte de la pared. Como también veo a través del cristal el estudio de diseño.

Grandes escritorios y folios en blanco. Lienzos sin pintar y todo tipo de paletas de colores. En las paredes algunos bocetos de lo que parece ser campañas pasadas.

—Es lo que debería estar haciendo—Digo en voz alta. Cuando escucho pasos provenientes del pasillo y me alarmo. Esta vez no hay por dónde me pueda esconder ya que es un pasillo que únicamente tiene una salida.

»No puede ser él« Me digo a mí misma para obligar a mis piernas a moverse. Llevo una ridícula boina, que más que disimular podría llamar la atención de alguien. No me queda de otra más que salir de aquí cuanto antes. No escucho más los pasos, solo algunos murmullos de algunas oficinas.

En cuanto avanzó más rápido y busco el acelerador me encuentro cara a cara con Gideon.

»¡Pero qué demonios!«

Bajo la mirada por miedo a que me reconozca. De nuevo me hago a un lado para que pase, pero él no se mueve. Debería de ser despedida, es la segunda vez que me encuentro no solo con el personal, sino el gran jefe en los pasillos cuando es altamente prohibido coincidir con ellos.

Como Gideon no se mueve, entonces lo hago yo. Al momento de dar un paso hacia adelante me toma del brazo.

—Espere— Escuchar ese acento, más la pesadez de su voz no ayuda en nada. Mucho menos que esté tocándome. Sé muy bien lo causa en mí cuando eso sucede.

No lo veo a los ojos. Pero puedo sentir que está viéndome de pies a cabeza, escudriñando con sus ojos como si tuviese el derecho.

—¿Señor?—Digo en voz baja para que no pueda reconocerme.

Cuando creo que se quedará así para siempre, me suelta. Y no me lo espero cuando me dice:

—Lo siento.

Deja su aroma en el aire. Y se va. Cuando levanto la mirada ha desaparecido, de nuevo, como la primera vez. Tendré que inventarse una excusa para no limpiar este piso. Pero no puedo arriesgarme de esta manera. Él no me lo perdonará y yo no seré capaz de soportar verlo.

No sé qué me pasa. Es imposible que alguien como él pueda fijarse en alguien como yo. La real yo. Hombres como él, merecen algo más.

He estado las últimas dos horas explicándole a Mona lo que pasó en la fiesta y después. Su cara de asombro duele, como a la vez asusta. Mi mejor amiga está más emocionada que yo. No lo puedo creer.

—Por Dios, Cinder. Jamás me imaginé que eso pasara. Es como un sueño hecho realidad para ti. ¿Te gustaba no?

Pongo los ojos en blanco.

—En mis sueños. En unos muy pero muy lejanos a la realidad. Me gustaba ver sus fotos, escucharte hablar de él y hasta ahí. Siempre fui realista en que ni siquiera me cruzaría frente a él y ahora. ¡Nos hemos besado! Me pidió una noche y yo...joder...

Twisted Cinderella  (Ya en físico y audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora