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Lo primero que sentí al abrir mis ojos en la madrugada, fue la mano de Gideon dentro de la sábana que cubría mi cuerpo tocando uno de mis senos, mejor dicho sobre ésta sin siquiera moverla. Estaba por completo dormido, mi espalda estaba pegada a su torso desnudo y su respiración estaba sobre mi nuca. Me gustó despertar así aunque realmente me sentía incómoda. Por la posición y porque debía irme.

Camino por toda la casa encontrando mi ropa, hasta que me di por vencida y entré a su closet. Encontré solamente mis vaqueros y nada de mi ropa interior o mi camisa. Maldije por lo bajo y me coloqué los vaqueros sin más y tomé prestada una de sus camisas blancas. Aun vestida, me sentía desnuda, pero lo bueno era que mis pechos eran lo suficientemente pequeños para no hacerse notar en una camisa tan grande.

Me fui hasta la cocina y tomé un poco de agua. Al abrir unos de los cajones en busca de papel y pluma, no tuve suerte. Por lo que me fui hasta su despacho con mucho cuidado y tomé una de sus notas con sus iniciales grabadas en color oro. Tome una pluma y escribí:

"La realidad es mi enemiga. No importa lo que hayas dicho sobre no superarlo. Lo harás. Eres Gideon Graysson y yo la chica que ha servido tu café dos veces. ¿Notas la diferencia? Adios, Gideon. Pd: Tomé prestada una de tus camisetas. No la regresaré, lo superarás también."


Cuando Gideon despierte y no me encuentre a su lado le dará un ataque al corazón. Pero como dije, lo superará. Ha estado ebrio durante el día y también la noche en la que estuvo conmigo. Solo espero que al no encontrarme no sea una excusa barata para recurrir a lo que seguramente siempre hace.

Beber.


Gideon

D

esperté esta mañana y ella no estaba al lado mío. En su lugar una jodida nota escrita con puño y letra muy hermosa por cierto, descansaba sobre el escritorio de mi despacho.

¿Qué mierda?

Voy a malditamente enfadarme con ella si piensa que soy un hombre superficial y que me importa demasiado a lo que se dedica. Es una mujer que trabaja en un café. Sabrá Dios por qué la contrataron, pero el café que prepara sabe una mierda. Pero no es lo único que sabe hacer. También logré ver sus dibujos.

No sé si sea una artista o le gusten mucho los zapatos, pero esa combinación solamente significa una cosa: Tiene el don para diseñar.

A lo mejor no pudo terminar la escuela. O trabaja para pagársela. ¿Por qué mierda me importa?

La chica tiene talento y no debería estar perdiendo su tiempo en un café que no la llevará a ningún lado.

Aunque mi reacción sea salir a buscarla y decirle que no me importa lo que haga y como tampoco lo que diga la gente de mí, parte de mí me dice que le dé su espacio.

¡Malditos espacios de mierda!

¡Es mía! ¡La hice mía!

Una noche.

Una sola noche bastó para que lo jodiera todo, y me refiero a la noche en aquella fiesta donde sin importar lo que usara, lo que vi en sus ojos bastó para que me jodiera lo suficiente para querer volver a verla y desear hacerla mía. Pero ella tenía que joderlo más.

Tenía que elegirme como su primer hombre que la hiciera mujer.

—¿Por qué, Ella?

Twisted Cinderella  (Ya en físico y audiolibro)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora