AZUL

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-Usted no puede irse... no puede irse-

Al ver a la chica de anteojos dispuesta a salir por la puerta de aquel hueco oscuro la abrazó con fuerza

-¡Por favor quédese Beatriz! Se lo ruego escúchame mi vida por favor, yo la amo a usted, escúcheme-

Justo en ese preciso momento entró la hermosa pelinegra, con rastros de lágrimas en sus ojos, con la mirada llena de odio y rencor hacia Beatriz

-¿Por qué estaban abrazados?- preguntó la ojiverde

La chica de anteojos alegó que se iría ya mismo de EcoModa, Armando trató de retenerla pero fue imposible cuando su madre entró también admirando la extraña escena que había dentro de aquel hueco.

La señora un poco alterada por toda la información que habían dado en aquella fatídica junta, obligó a su hijo a ir a dar la cara y una vez se lo pudo llevar Beatriz aprovechó para irse de ahí lo más pronto posible, no quería saber nada de Armando, de la empresa, llamó a su ahora amiga Catalina para informarle que se iría con ella...

...

Pasaron dos meses después de aquel fatídico día y aunque Beatriz no había superado a Armando, definitivamente estaba pasando mejores días que él pues cuando ella podía dar un delicioso paseo por la playa, tener nuevos amigos, cambiar su físico poco a poco, salir a fiestas, hacer todo lo que alguna vez su padre no le permitió en la adolescencia, lo hizo.

Mientras tanto en Bogotá se encontraba un desolado Armando, buscando desesperado a su Betty, peleando con todo mundo con tal de defenderla, permitiendo que hasta su propio padre deje de hablarle todo por defender a aquella "Mujer sin escrúpulos" como la había llamado su madre, aguantar las miradas de odio de Daniel, la mirada de decepción de Marcela, y la de lástima de su amigo Mario, todo porque él tenía la leve esperanza de que ella volvería, que ella no se quedaría con la empresa pero todo fue en vano.

Pasaba el tiempo cada vez más rápido para el soltero ahora ya no codiciado de Bogotá, la gente de su élite lo veía con extrañeza, lastima, algunos con desprecio por verlo en estados etílicos tan deplorables, definitivamente no quedaba nada del otro Armando, el Armando mujeriego que podía tener a cualquier mujer a su disposición, el Armando Mendoza guapo, varonil, dominante, lo único que quedaban eran los restos vivos de aquel tipo, nadie sentía ningún tipo de empatía por él... Nadie excepto la mujer que prometió estar con él desde niños... Marcela Valencia.

-No es justo para ti Marcela- comentó Patricia-

-Lo amo... eso no cambiará-

Aun así Armando seguía empeñado en querer hablar con la familia de su ahora ex-amor, pero la señora Julia tomó una actitud meramente seca con él, Armando no sabía qué hacer hasta que llego esa horrible llamada de Nicolás Mora donde le informaba que el juzgado falló a favor de Beatriz.

El mundo de Armando se vino abajo, la decepción llegó a su ser, a su mente e invadió su cuerpo haciendo que las lágrimas de desesperación caigan, salió de la sala de juntas seguido de su preocupado amigo pero Armando no hizo caso a él ni a su madre ni a Marcela quienes lo vieron irse por el elevador, por su mente pasó el fugaz pensamiento de que si su madre estuviera tan preocupada por él como lo aclamaba a todos, lo hubiera seguido, pero no, no recibió una sola llamada de ella, con el corazón roto fue al bar más cercano a tomar, a embriagarse, a perderse... a matarse.

"La muerte es dulce cuando se desea" pensaba una y otra vez mientras aquellos hombres musculados lo golpean, patean, escupen, lo humillan enfrente de todos aquellos que estaban en el bar.

Cuando su eterna compañera entró al bar mirándolo con pena, preocupación, acariciando su cabeza mientras él repetía aquellas horribles palabras "La muerte es dulce cuando se desea"

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⏰ Última actualización: Aug 08, 2023 ⏰

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