Prológo

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"¡Cómo caíste del cielo, Estrella de la Mañana, Hija del Amanecer!"

"¡No más Hija favorita!"

"¡No vas a brillar más!"

Las provocaciones de sus hermanos ángeles llenaron su cabeza cuando ella cayó a través de las nubes. La luz y la oscuridad la consumieron en turnos intermitentes mientras pasaba a través de las estrellas, las nubes y hacia la tierra.

El aire la cortó, y el viento rugió alrededor de ella, tan ensordecedor que sus tímpanos reventaron. El amanecer estaba en el horizonte, y ella moriría antes de ver completamente los cielos nuevamente.

"Tú, mi estrella más brillante, mi favorita entre los ángeles, cómo me has decepcionado." La voz del padre era la más difícil de soportar. Lena cerró los ojos, acogiendo el fin, la muerte de la luz, la muerte de la vida.

"Deberías traer luz al mundo, inspirar a mis creaciones, no corromperlas con tus celos. Ahora gobernarás a los corruptos que te siguen y te convertirás en la reina del infierno". La tierra se levantó para encontrarla y ella abrazó el dolor. Su corazón angélical se rompió en el mismo instante en que su cuerpo se rompió con el impacto. Todo quedó oscuro alrededor de ella.

Entonces, poco a poco, se volvió consciente de sí misma, sintiendo cada músculo, cada hueso, cada átomo que componía su cuerpo gritando de dolor.

¿Ella no murió?

Lena miró las infinitas nubes sobre ella. La grieta en el cielo que le habría permitido volver al cielo estaba cerrada. Ella respiró hondo, el aire clavandose como cuchillos en sus pulmones. Algo era diferente. Ella sentía... vacío.

Plumas blancas flotaban alrededor de ella, su luminiscencia celestial brillando al sol.

"Mi gracia... acabó".

Parecía que había pasado un milenio antes de que se diera cuenta de que estaba tirada en el suelo agrietado y roto en la tierra. Su cuerpo dolía, pero el dolor era mayor a lo largo de sus omóplatos. Ella estaba feliz de no poder ver su espalda.

Habría dos heridas terribles reemplazando sus alas blancas como la nieve.

Lena extendió la mano y sostuvo una de las plumas restantes que flotaban en el suelo cerca de ella y la clavó en los pliegues de la túnica blanca que llevaba.

Necesitaba ese pedazo de cielo, ese pedazo de casa, o Lena podría volverse loca de tristeza.La luz dentro de ella (la esencia brillante que una vez le trajo sólo alegría) había desaparecido. No había nada más dentro de ella, nada más que oscuridad. Ella estaba en un cráter en una tierra desierta. Lena luchó para rodar boca abajo, su cuerpo demasiado débil para estar de pie.Levantó la cabeza, escuchando los sonidos distantes de los pájaros. Más allá del terreno baldío en el que ella había caído, un hermoso Edén estaba al frente, una tierra verde, llena de hermosos animales y flores. Papá había hablado tantas veces sobre el mundo bajo las nubes.La Ira inundó su cuerpo, dándole nueva energía y fuerza. En algún lugar en aquel Edén estaban los seres favoritos de su padre (los humanos) Una palabra vil para seres viles que no eran comparados con los ángeles. Pero ella ya no era un ángel. Lena había caído. Un ser sin alas, sin gracia.

"¿Qué soy ahora?"

La pregunta no tenía respuesta y ella se encogió. Por primera vez en su existencia, Lena no sabía lo que realmente era. Ella cavó sus manos en la tierra árida, abriendo caminos hacia el jardín delante de ella.

En el centro del maravilloso mundo, un solo árbol era alto entre los demás. En medio de las ramas, colgaban manzanas rojas relucientes. Papá había hablado de este árbol, el que tenía conocimiento para las eras. Los humanos tenían libre albedrío, lo que los ángeles no tenían, y si esos humanos osaban romper su promesa de alejarse del árbol, Lena tendría su venganza y vería las creaciones favoritas de su padre caer en desgracia.

Los labios de Lena se retorcieron. Ella no tendría que esperar mucho tiempo para vengarse. Ella podía ver la debilidad y la fragilidad en la humanidad.

Derribaria a los humanos, uno por uno, rompería el corazón celestial de su padre, así como él había roto el de Lena.

El viento tomó las plumas de sus alas una vez angelicales. Ella estaba feliz de haber tomado una y haberla colocado con seguridad cerca del corazón. El paraíso estaba perdido para ella, y Lena se aseguraría de que esos malditos humanos nunca lo alcanzaran tampoco.

El Diablo (Supercorp) Lena G!PWhere stories live. Discover now