Capítulo 2: Fuera de las murallas

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NARRA LUNAE

La misma rutina, tan agobiante como siempre. El eco de la historia de la alianza entre el imperio de la luna y el del sol resuena en mis oídos una vez más.

—Y así en los últimos quinientos años el imperio de la luna ganó por primera vez al del sol, tras aquello unieron a sus hijos en sagrado matrimonio para coexistir y...

—Basta, ya sé la historia, se enamoran y bla-bla-bla —interrumpo, frustrado.

—Pero...

Rudolf, el maestro, intenta decir algo, pero no quiero escucharlo.

En un rápido movimiento, coloco los dedos índices de ambas manos sobre mis oídos.

Pese a esto...

—Emperador, permítame recordarle que debe visitar a la princesa First. Es importante mantener la paz entre las familias —me dice con seriedad.

—Lo sé, lo sé. Pero no tengo ganas de soportarla hoy. ¿No puedo simplemente hacer lo que quiera? —respondo con cierta impaciencia.

—Entiendo su deseo, pero hay deberes que cumplir. Su destino como emperador es crucial para el equilibrio de nuestro mundo —insiste.

—Nah, Lumine, llévame a mis aposentos —ordeno, buscando evadir la responsabilidad de ver a mi prometida, de la familia First.

—Sí, su Alteza —responde Lumine, mi leal mayordomo.

El maestro insiste, pero ignoro sus palabras.

"Sí, sí, como digas" Hago un gesto con las manos como si espantara moscas. No tengo intención de visitar a esa niña desagradable.

He trabajado duro, siguiendo la línea de mi cargo. Pero ahora solo quiero jugar, divertirme y explorar las habilidades mágicas que la Diosa me otorgó.

¡Oh, claro! Debería estar ocupado atendiendo a la corte, solucionando asuntos de estado y asegurando la prosperidad del reino. Pero ¿no merezco un respiro de vez en cuando? Como si ser el emperador significara que nunca pudiera permitirme un momento de descanso en el que pueda desenvolverme en lo que me gusta.

Últimamente, he estado atrapado siguiendo normas de libros de hechicería, sin embargo, a pesar de mis esfuerzos, ayer fallé miserablemente en un intento de traer a mi madre de vuelta a la vida. Un simple error en una palabra arruinó el hechizo, y ahora sé que es irreversible.

Si no fuera por el sirviente negligente que me interrumpió, tal vez mi madre ahora estaría aquí.

El hechizo es tan potente que nada más se puede realizar una vez. Pensar en ello me provoca una oleada de frustración. Y para colmo, después de aquello, pronto me doy cuenta de que no era el hechizo que quería; Pensé que en el libro decía "revivir", pero decía "reencarnar".

No sé quién habrá reencarnado, ni en qué lapso del tiempo, pero mi madre no fue; De lo contrario, habría intervenido en su asesinato y ahora estaría con vida.

Bueno, sobre la persona reencarnada... No creo que deba preocuparme, que aproveche su vida insignificante tras la muerte; Sin duda, soy un emperador benevolente.

—Su excelencia, le quería informar que esta mañana el sirviente ya fue decapitado —me informa Lumine.

—¿Decapitado? —suspiro con tristeza—. Yo pedí que lo llevaran a la hoguera —resignado pongo mi mano en la cabeza—. No saben hacer nada bien.

—Discúlpeme, su excelencia.

—Que no se vuelva a repetir.

Aunque siempre obtengo lo que quiero, últimamente ha habido muchos inconvenientes.

EL IMPERIO DE LA LUNA (Borrador).Where stories live. Discover now