Capítulo 7: Negociando con el emperador

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NARRA LUNAE

Luego de que escoltaran a la chica que no quiso decir su nombre y sacaran de la habitación a las mujeres, tras el forcejeo incesante de Gina, el siguiente grupo entra al salón.

En esta ocasión, me resulta más fácil elegir a las cuatro seleccionadas. Sin embargo, después de un tiempo, decido cambiar la evaluación a una prueba de escritura y literatura debido a los múltiples fallos; si continuamos así, no quedarán candidatas adecuadas.

Finalmente, la primera fase termina y la noche cae. Los próximos dos días serán decisivos, ya que en la siguiente ronda se escogerán solo a 10 doncellas.

***

Al llegar a mis aposentos, Lumine, me aborda con una pregunta inusual.

—Su excelencia, la otra vez fui muy osado y mandé a decapitar al negligente cuando usted quería que lo mandaran a la hoguera. Ahora, con esta señorita, ¿Cuál es la sentencia? —pregunta.

Lumine hoy está muy hablador. ¿A quién se refiere?

—¿Cuál señorita? —pregunto confundido.

—La que dijo, si me disculpa la ofensa, "maldito malcriado" —imita la voz de la chica.

—Ah, ¡la peli naranja! —recuerdo al instante.

—Sí, su excelencia.

No sé qué hacer con ella. Su capacidad de respuesta en finanzas es buena aunque no quiera reconocerlo, solo falta pulir sus habilidades. Se nota que ha aprendido poco, pero procesa mejor que el resto.

—¿No hay nada más en mi agenda ahora? —pregunto a Lumine.

—No, su excelencia —responde, inclinando la cabeza.

—Entonces, llévame a su celda —digo decidido—. Quizás le dé una oportunidad si me ruega por su vida.

Todo se ve escalofriante mientras avanzo por el ala oeste. Ella debe estar muriendo de miedo cerca de las cloacas, río para mis adentros al imaginarlo.

Apenas me ve, habla decidida como si no hubiera un mañana.

—Sí piensa matarme por mi actitud frente a usted, antes permítame desahogarme. ¿No es usted el que se jacta de ser bondadoso? Pues conceda este deseo a su súbdita.

¿No vas a rogar por tu vida? Pienso tras ver la audacia de la chica; veo que mantenerla encerrada ha hecho que medite, pero no para pedir por su perdón, sino para atacarme. Idiota.

—Ja, habla. Agradece que soy un emperador benevolente.

—¿Tú, un emperador benevolente? ¿Sabes cuántos bebés desnutridos mueren en la región Perla? —su respiración es agitada.

—¿Qué? —respondo sorprendido, sin entender bien sus palabras.

—Más de doscientos en cada semestre del año. ¿Sabes cuánto se tiene que pagar por un sepulcro en tierra?... Por eso sus cuerpos yacen en basureros...

Me quedo pensando por un momento. Casi caigo ante sus palabras, pero mi confianza en mis habilidades como gobernador es firme. No puedo permitir que mi imagen se vea afectada por acusaciones falsas. Soy un gobernador dotado y perfecto, pese a mi severidad. He sido una de las más grandes lunas a lo largo del imperio y he incrementado el comercio a mi corta edad. Todo va bien acorde a los informes.

Entre dientes murmulla algo como "ni siquiera la anciana tuvo una muerte digna"

—¿Ya terminaste de hablar? —interrumpo, intentando mantener mi compostura. No voy a dejar que esta pueblerina de segunda mano socave mi autoridad o cuestione mi capacidad como gobernador.

EL IMPERIO DE LA LUNA (Borrador).Where stories live. Discover now