25. En la boca del lobo

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Darah

Luego de todo lo que paso el fin de semana no pude quedar un rato con las chicas y contarles todo por qué estaba un poco ocupada con Daniela, pero hoy Samuel falto al almuerzo por trabajo, así que aproveché y les conté todo. Y hablando del susodicho, Samuel se ha comportado un poco raro y cortante hacia mí, sobre todo.

Al contarle lo de la supuesta amante, ambas empezaron a insistir para que las buscásemos en redes sociales y entre Lissa y yo la describimos para ver si a Alexa le sonaba de algún lado, pero no, y tampoco pudieron encontrarla en redes sociales.

Me miro sola en la oficina recordando todas las locuras de aquellas dos, son tal para cual. Me pongo de pie para medirle el vestido al maniquí y ver cómo va quedando. Daniela cumplió con su palabra y a principios de semana de mando los diseños que le quedaban por entregar.

Ayer le mostré como arregle la falda y le gustó mucho como quedo. Me gusta hacer bien mi trabajo, bueno, supongo que a todos nos gusta hacer bien nuestro trabajo.

Escucho que la puerta se abre y veo que es Alexa. Entra como si se estuviera escondiendo de alguien y antes de que me dejara decir algo planta el teléfono frente a mi cara mostrándome una foto que no puedo ver bien porque el móvil está muy cerca.

-Es ella? -tomo su mano y alejo el móvil para ver mejor y es una foto de Óscar, Adam y su supuesta amante entrando en su oficina.

-Le tomaste una foto a escondidas a tu jefe? -la miro y me empiezo a reír.

-Esto de vida o muerte Darah, Óscar salió y los dejo solo ambos, ahí adentro podría pasar de todo -la miro seriamente -Eso creí. Tengo un plan, ¿tienes lencería aquí?

-Como voy a tener lencería en mi oficina? -respondo de inmediato.

-No sé, eres costurera, alguna pieza te habrá sobrado -tiene razón.

-Sí, si tengo. Me quedaron algunas un poco mal hechas de la colección de su madre.

-Búscalas -me acerco en donde tengo varias telas y abro el cajón donde hay ropa que no me gusto como quedaron -Busquemos una que no se vea tan mal -ella empieza a remover la ropa mientras yo la ayudo.

-Cuanto tiempo tenemos? -ni siquiera sé lo que está planeando, yo solo le estoy siguiendo el juego y ya siento los nervios del tiempo sobre nosotras.

-Está! -saca un tanga de lencería negra y la mira detalladamente -¿Qué tiene de malo? -me mira.

-La costura de aquí me quedo un poco chueca -muestro donde y ella niega con la cabeza.

-Casi ni se ve -cerramos el cajón y ella toma mi mano pasándomela- La vas a dejar en su coche.

-Qué? -está loca lo suficiente para saber que, si Lissa estuviera aquí, concordaría con ella.

-Déjala justo debajo del asiento, como si te las hubieras quitado y ahí cayeron -me sonríe -Yo le avisaré al guardia que bajaras a dejarle un regalo, así no te detiene para preguntarte que buscas ahí y tampoco le dirá a Adam que te vio.

-Sabías que estás loca? -le digo riendo.

-Acuérdate que muchas veces el hombre es bruto y ni se da cuenta cuando le coquetean -ella me guiña el ojo y abre la puerta para que salga delante de ella -Si sale de su oficina te mando un mensaje.

Salgo de la oficina y veo como ella se aleja. El demonio habita dentro de su mente.

Me subo al ascensor y bajo al estacionamiento. El guardia de seguridad me ve y me deja pasar a la parte privada con su tarjeta, le doy las gracias y camino hacia su coche. Cada vez que lo deja del lado privado no suele ponerle seguro, espero y hoy no hubiera sido su excepción.

No puede ser tan complicadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora