4

395 20 4
                                    

"Y todo lo que somos es piel y hueso

Entrenados para llevarnos bien

Siempre yendo con la corriente

Pero eres la excepción."

Son recíprocos en sus toques, y pronto no basta con solo sentir al otro, también quieren mirar, asegurar que todo es real y avanzar.

Deben alejarse para quitarse sus prendas inferiores, pero termina siendo un precio justo a pagar cuando se encuentran desnudos uno frente al otro. No tardan demasiado en sucumbir a las miradas hambrientas y volver a hacer contacto físico, tan nuevo a la clase de contacto al que estuvieron acostumbrados por años.
Los puñetazos se volvieron besos, los empujones agarres que les proporcionaba una fricción insaciable, los insultos jadeos y palabras de cariño. Era un gran avance al fin y al cabo, una forma más saludable de sobrellevar su relación; claro que eran egoístas solo funcionaba para ellos y la relación tan larga que tenían. Nada era tan fácil.

Pero en eso pensarían después, ahora solo querían entregarse.

Dicen el nombre del otro mientras se masturban mutuamente, acariciando la extensión del otro variando en el ritmo y fuerza del agarre, también de vez en cuando sus lenguas se juntan más en lamidas eróticas que en un beso, otras veces muerden la piel ajena y no les importa si dejan marcas. Se arriesgan y sienten que ganan.

Armando quitó de imprevisto su mano de la longitud de Daniel y toma la muñeca del hombre que le acaricia la suya, este último detiene su toque y se aleja. No le da tiempo de confundirse porque el azabache agarra sus caderas y las baja lo suficiente para que sus miembros se restrieguen, sintiendo esa dureza caliente y palpitante, satisfaciéndose entre ellos directamente.

-Armando — Habla como puede entre suspiros al cabo de solo un par de minutos de besos y frotarse. Solo eso sale de sus labios pero espera que el menor entienda y decida; pueden correrse pronto o pueden seguir adelante y llegar al orgasmo en otro momento, de diferente forma.

Daniel quiere el otro decida, cualquier opción sería la correcta para él. Mendoza lo empuja, al parecer optando por la segunda idea. Armando se desliza más arriba sobre la cama, estando más cerca de la cabecera para dedicarle una sonrisa al más alto que se había quedado admirándolo por un momento a sus pies pero entendió el motivo de la expresión del contrario y se desplazó hasta que estuvo lo suficientemente cerca para compartir un beso lento, calmándose parcialmente después del casi éxtasis.

-¿Qué quieres hacer? — Indaga Daniel amablemente sobre los labios del contrario mientras una de sus grandes manos acaricia suavemente las piernas firmes del contrario.

- Follar — Tan directo como siempre contestó con obviedad.

Valencia exhaló riendo, su intento de ser considerado parecía que existía solo para ser frustrado por su acompañante — Si, está bien, pero-

-Quiero que me folles, Danielito — Interrumpió al susodicho usando ese apodo para de alguna forma sentirse menos débil tomando la nuca del mayor con firmeza viéndolo directamente, esperando internamente que dejara su faceta de caballero al ver lo necesitado que estaba, necesitado únicamente de él.

A Daniel no podía importarle menos como lo llamara en ese momento, solo sentía que acababa de ganar el premio mayor, sonrió y asintió con seguridad. En consecuencia a esa última acción el menor le robó un corto beso y lo soltó para alejarse lo suficiente para poder inclinarse a su buró, de donde sacó una botella y uno de esos conocidos paqueticos metálicos. Para cuando regresó, ambos de rodillas lo dejó a un costado de Daniel quien ahora tenía una sonrisa amplia en su rostro.

-Deja de sonreír tanto, Daniel. — Exigió apenado tomando la mandíbula del contrario frunciendo el ceño, aún viéndolo con cariño.

-Imposible, además, pensé que te gustaba. — Lo fulminó incrédulo agarrando con firmeza una de sus nalgas al mismo tiempo que con su mano libre quitaba la mano de su rostro para después besarla, ese tono retador pero divertido junto con la acción hizo que el rostro del menor se sonrojaba aún más abriendo sus ojos como si se hubiera revelado el secreto del siglo. Daniel no tuvo que decir más, solo lo empujó ligeramente para que volviera a recostarse y tomar el lubricante entre sus manos. — ¿Quieres hacerlo tú o lo hago yo? — Juntó dos de sus dedos para indicar con mímica a que se refería y Armando rio suavemente aceptando la dominancia de Valencia.

𝚃𝚁𝙴𝙰𝙲𝙷𝙴𝚁𝙾𝚄𝚂 - [Daniel x Armando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora