CAPITULO 31

42 5 1
                                    

Sophie.

Sus brazos no me sueltan, mis manos se  aferran a su abrigo, me aferro a él como si lo volviera a perder. Mis lágrimas no dejan de caer y él, mi padre me besa la cabeza, como lo hacía cuando estaba pequeña.

—Tranquila —me habla con una voz cálida, con delicadeza me levanta el rostro— ya estoy contigo. Pero nadie tiene que saber que estoy aquí.

Nadie tiene que saber que está aquí.

Jackson. Él vendrá en unos minutos. Deprisa voy hacia la puerta y pongo seguro, al girarme lo observo detalladamente. Tiene una gorra puesta que no deja verme su cabello, no tiene barba y sus ojos oscuros brillan. Sus manos son grandes, de niña siempre decía que son gigantes y ese pensamiento no ha cambiando.
Tanto tiempo esperé verlo, soñé con que tenerlo en frente, de sentir su aroma y regresarme a esos tiempos.

—¿Esto es real? Tu estás aquí, o ¿solo es parte de mi imaginación?

—Tu padre está aquí hija mía, ven conmigo, déjame abrazarte —camina hacía mí y me rodea con sus brazos, correspondo el abrazo con una sonrisa.

—Te extrañé. —beso su mano— no sabes cuanta falta me hiciste papi.

—Yo también hija, pero ahora no quiero que llores —me limpia las lágrimas —quiero que me escuches atentamente que no estaré por mucho tiempo.

—No te vayas, quédate conmigo —.le suplico.

Me lleva a la cama, nos sentamos y dejo que acaricie mi mejilla.

—Estas hermosa. Eres igual a tu madre cuando la conocí, tan sonriente, inocente y emocional.

—Fui a ver a mamá —le cuento— ven conmigo, podemos ir juntos —sostengo su mano—vamos, ahora todos están descansando y no hay maestros.

Me levanto pero él me vuelve a sentar.

—Ahora no, primero escucha lo que tengo que decirte. Nadie debe saber que vine a verte.

—¿Ni mi abuela?

—Ya te dije que nadie, mucho menos ella —se queda callado unos segundos— No quería que supieras esto, pero tu abuela me alejó de ti desde un principio.

—¿Cómo?, ¿Ella sabía que tú estabas vivo?

—Si, ella siempre me alejó de ti, cuando intenté acercarme me amenazó. Eso no importa ahora, solo no debes de confiar en tu abuela —me toma de la mano— Te aseguro que pronto estaremos juntos. Cuando tu año escolar termine nos iremos.

—¿Irnos juntos? No entiendo.

—Estoy haciendo de todo para que nadie venga por mí ni por ti. Cuando estés conmigo nadie te buscará.

—Porque no aclaras las cosas. Di que tu no fuiste quién hizo daño a mamá. Tu no serías capaz de eso.

—Los demás no entenderían hija.
La luz del sol entra por mi ventana, e ilumina mi puerta, lo curioso es que logro ver una sombra.

Enseguida le hago una seña de que guarde silencio. Me levanto de la cama y antes de dar un paso, tocan la puerta.

—¿Cariño? —la voz de Jackson.

No se que hacer, no puedo abrirle. Mi padre se levanta de la cama y saca unos lentes, se lo coloca. Jackson vuelve a tocar.

Permanezco en silencio, esperando que se vaya.

—Supongo que te quedaste dormida —siento como pega su cabeza a la puerta —Descansa, y aunque no me escuches, recuerda que en este mundo soy la persona que más te ama y haría lo que fuera por tí.

¿Ella sabrá que sangramos igual?©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora