Tulipanes amarillos florecen dentro de mí,
Derramando sus pétalos como lágrimas.
Mi amor crece sin control,
Enraizado en mis pulmones.
Cada inhalación es dolor,
Cada exhalación es esperanza derramada.
Respiro el silencio de...
Mi corazón late desbocado cuando estás cerca de mí quiero tomar tu mano y decirte lo que siento aquí
Pero las palabras se atoran en mi garganta con temor de que al confesarme pudiera perder tu calor
Así que callo mis sentires y los plasmo en papel esperando que mis letras logren darte consuelo
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Era una noche lluviosa cuando Atsushi tomó papel y lápiz para escribir otra carta. Aún no estaba seguro de hacerlo de forma anónima, pero quería de alguna manera darle apoyo a Sigma en su momento de necesidad.
Con cuidadosa caligrafía, plasmó sus sentimientos en el papel. Le contó a Sigma lo mucho que lo admiraba por su valentía y espíritu, y lo importante que era para él verlo feliz y con salud. Quiso transmitirle que no estaba solo, aunque el significado verdadero de esas palabras aún no podía ser revelado.
Al día siguiente, antes de que comenzaran las clases, deslizó sigilosamente la carta dentro del casillero de el bicolor. Se escabulló apresuradamente deseando no ser visto.
A la hora del receso, Sigma encontró la carta. La leyó varias veces tratando de adivinar quién podría haberla escrito. Sus palabras lo reconfortaron en ese momento de incertidumbre. Pero también despertaron su curiosidad por descubrir la identidad de su admirador secreto.
A partir de entonces, las cartas continuaron llegando. El albino aprovechaba cada oportunidad para expresarle todo su afecto de forma anónima.
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Era un día cualquiera en la academia. Dazai deambulaba sin rumbo fijo por los solitarios pasillos, sumido en sus diabólicas pero ingeniosas travesuras.
De pronto, un movimiento captó su aguda mirada por el rabillo del ojo. Girando levemente, divisó una silueta conocida a la distancia.
Se trataba de Atsushi, quien caminaba de prisa por el pasillo lateralmente desierto. Sin embargo, su actitud llamó la atención de el castaño.
Este se encontraba cabizbajo, echando furtivas miradas a su alrededor como cerciorándose de no ser observado. Su rostro denotaba ansiedad.
