Mi pecho arde cual llama encerrada,
consume mi ser esta pasión guardada.
Verte con otro destroza mi alma herida,
tu solo existir me tiene conmovido.
Cada caricia que a él le entregas
como dagas mis entrañas segas.
Quisiera gritar este amor que en mí habita
pero el miedo me oprime y me aterroriza.
En mutismo mi sufrir se manifiesta,\
tos sofocada cual grito de protesta.
No soporto verte feliz a su lado
mientras yo me consumo amándote en vano.
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El despertador sonó estridente. Sigma apagó la alarma con desgano y se quedó unos minutos más en la cama. Cada mañana era una lucha para levantarse.
Su corta respiración era un recordatorio del dolor que sentía. Apretó los puños conteniendo la tos, para no despertar a su padre con los pétalos que luchaban por salir.
Luego de vestirse, se miró al espejo. Las ojeras y la palidez eran evidentes, pero su padre no debía enterarse. Nadie podía saber de su enfermedad.
El bicolor caminaba hacia la escuela, sumido en sus pensamientos. El dolor en su pecho era cada día más insoportable.
De pronto, alzó la vista y se quedó helado. A lo lejos divisó a Nikolai y Fyodor. Pero no estaban solos, sus manos estaban entrelazadas.
Un nudo se le formó en la garganta. Ver la escena hizo que el dolor se intensificara agudamente, amenazando con quebrarlo allí mismo. Tuvo que apoyarse en la pared para no desplomarse.
La tos subió imparable, presionando por salir. Llevó una mano a su boca instintivamente, conteniendo los pétalos con todas sus fuerzas. No podía permitir que lo vieran así.
Por más que luchó, unas pocas flores rosadas escaparon de sus labios. Trató de ocultarlas frenéticamente bajo su cuerpo, rogando que no lo hubieran notado.
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Llegó a la escuela jadeante y al borde del llanto. Odiaba esa enfermedad que lo delataba tan cruelmente frente al dueño de su dolor..
En clases intentó concentrarse, mas la tos constante se lo impedía. La mirada preocupada de Atsushi no pasaba desapercibida. Para no empeorar su estado, se excusó e internamente rogó llegar pronto a casa.
Se encontraba distraído en clase, sin poder concentrarse realmente en la lección. El dolor en su pecho era una constante distracción.
De pronto, la puerta del salón se abrió de golpe, captando su atención. Dazai había irrumpido como siempre tan estruendoso. Pero no estaba solo.
Para sorpresa de el bicolor, Dazai arrastraba literalmente a Atsushi, quién forcejeaba en vano por liberarse. La escena lo desconcertó.
-¡Hey, Atsushi! Ven acá, tengo que hablar contigo -escuchó la voz cantarina de Dazai.
Antes de que pudieran reaccionar, ambos ya habían desaparecido por el pasillo. Todos los estudiantes se veían igual de confundidos.
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Déjame sanar tú corazón
FanfictionTulipanes amarillos florecen dentro de mí, Derramando sus pétalos como lágrimas. Mi amor crece sin control, Enraizado en mis pulmones. Cada inhalación es dolor, Cada exhalación es esperanza derramada. Respiro el silencio de...
