Capítulo 7. Oli.

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                           CAPÍTULO VII

Por la mañana, Noah paso a buscarme una hora después de la hora acordada y juro que odio la impuntualidad. Su mejor excusa fue decir que había pospuesto su alarma a cinco minutos, y luego otros y otros, hasta que se dio cuenta que habían pasado más de cinco. Clara evidencia de una persona impuntual y con muy poca responsabilidad.

Estaba enfurecida, pero de inmediato se me fue todo el enojo cuando llego con dos cafés de Starbucks y un snack.

Irresponsable pero atento.

Mínimo.

Ya en el auto, fuimos a dejar mi proyecto a la universidad, era tan temprano para la profesora, que mi proyecto fue el primero en revisar. No mencionó la calificación, pero si dijo que estaba arriba del 80%. En esta escuela eran muy exigentes con las notas, yo tenía una beca del 30% en gastos y colegiatura y si mis notas bajaban a menos del 70% estaría fuera del programa de becas y los costos serían completamente míos. Por fortuna, eso jamás me había preocupado, era una persona apasionada por el arte de crear y estaba muy segura que mis notas jamás bajarían de ese 70%.

— Esa es una nota muy buena. — Dijo Noah al mencionarle el comentario de la profesora.

— Lo sé, funcionamos bien para el trabajo. — Y es que era verdad, mi diseño y su talento para las computadoras habían sacado este trabajo a flote.

Traía puestos unos shorts amarillos y un top blanco tejido con algunas cosas colgantes debajo del escote, tenis blancos que acabaron debajo del asiento del auto de Noah porque quería ir cómoda, traía conmigo un collar de oro rosa que tenía el dije de una mariposa con un pequeño cristal morado.

Y él traía unos shorts azules con flamingos rosados por todos lados y una camisa sin mangas blanca, unos tenis iguales a los míos que parecía que veníamos en conjunto y de joyería solo un reloj y una cadena en el cuello.

— ¿Solo para el trabajo? — Preguntó mirándome con unos ojos que irradiaban morbo y brillaban como el sol. Poso su mano en mi pierna con una suave caricia y la dejo ahí un buen rato.

Poco después el auto de Mat y André nos seguían detrás. El camino en carretera me gustaba y más cuando el sol se posaba y la brisa golpeaba mi rostro por la ventana del copiloto. Paso 1 hora y 20 min desde que partimos, y ya podía oler el aroma a playa y arena combinado con el ruido de las gaviotas.

Mire a Noah y su rostro ya se veía anaranjado por el atardecer qué entraba por las ventanas del auto, sus ojos se veían todavía más lindos con el sol en su cara. Su boca se curvo en una sonrisa cálida y llena de ternura.

¿Donde habías estado toda mi vida?

Y yo sonreí de vuelta.

— ¿Me hiciste traer ropa abrigada solo para no descubrir a donde veníamos? — Pregunte ahogando risitas traviesas.

— Me vería tonto diciendo que no. — Se encogió de hombros y me dedico una sonrisa, una que se veía inocente y que parecía de un niño pequeño.

Entonces lo entendí, quizás en este punto ya no solo era atracción sexual, ahora su mirada y su sonrisa me provocaba devolverle una sonrisa que dijera tantas cosas que la voz simplemente no puede.

Llegamos a la playa Southend-on-Sea, que estaba a una hora y media de Londres en auto. El tren también pasaba, pero vamos, era más cómodo el auto ¿no?

Esta playa tiene un atractivo increíble, su agua siempre es muy cálida aunque sean altas horas de la noche. En Southend se encuentra el muelle más largo del mundo, conocido como Southend Pier. Y a un lado de ella se encuentra un pequeño vecindario que su centro turístico además de la playa y el muelle, es un parque de diversiones, que por las noches, habré una sección para adultos, con los mejores tragos y cócteles que puedas encontrar por aquí.

Del amor y la serotonina ©Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz