003: Libertad

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Sana decidió tomar la amenaza de Junmyeon de la mejor manera. Era estúpido negar que no era una amenaza, porque en realidad lo era. La conmoción cerebral, contusiones y rasguños de hace tres días no eran nada comparado con lo que Junmyeon le había hecho.

No despreciaba el trabajo de un guardaespaldas, no, incluso lo admiraba, pero para ella era como tener una niñera. Sana amaba sus días fuera de esta casa se sentía libre. Y con un guardaespaldas observando cada paso que da, esa libertad pronto terminará. Y Sana estaba segura de que la pequeña cordura que le quedaba también se extinguiría.

Suspiró frente al espejo, mirando su cuerpo desnudo cubierto de débiles marcas. Fue triste pensar que la mayoría se debió al accidente. Una lágrima furtiva escapó de su ojo y fue limpiada inmediatamente para evitar arruinar el maquilaje. Levantó la barbilla, tratando de estar orgullosa de sí misma, pero en un vano intento de sentirse mejor consigo misma y recuperar algo de confanza, sacó un vestido rojo del armario, y después de ponerse ropa interior, medias negras y zapatillas, ella deslizó la prenda sobre su cabeza. Era un vestido simple pero hermoso, y a Junmyeon le gustaba, a él le gustaba.

"¡Sana!"

Junmyeon gritó desde el pie de las escaleras para apresurarla, y sin esperar más, tomó una bata blanca, se la puso y se abrochó los botones delanteros para no perder más tiempo. Miró a Junmyeon por última vez desde lo alto de las escaleras antes de que el hombre saliera por la puerta principal, mirando a Dios sabe qué en su teléfono y cerrando la puerta abruptamente. Odiaba esa actitud, pero en este punto lo único que quedaba era tener que acostumbrarse. Vergonzoso

Estaba decidida a demostrarle a quien se atreviera a enfrentarla, que era una mujer poderosa y capaz que podía
cuidarse sola, que no necesitaba un gorila detrás de ella en ningún momento. Su orgullo era lo último que le quedaba, y estaba dispuesta a usarlo como una capa protectora. Sana abrió la puerta suavemente, bajando con gracia las escaleras, pero cuando sus ojos se fijaron en los de su nuevo guardaespaldas, su cuerpo se congeló por un momento. Definitivamente no fue lo que ella esperaba.

Una mujer. Y joven. Vistiendo
completamente de negro, informal y profesional al mismo tiempo. Su cabello negro era largo que le traspasaba hasta los hombros, ojos oscuros y piel morena que parecía bastante suave al tacto. Sana sintió que una corriente de electricidad viajaba por su cuerpo, y era aterradora. La muje la vencía en altura, seria, extranjera exótica ¿probablemente de Asia Oriental? Pero, ¿dónde exactamente consiguió Junmyeon a esta chica? Suficiente. Sana respiró hondo y siguió avanzando.

Alza la cabeza, mira fijamente el auto y camina tan poderosa como tú.

Se detuvo en la puerta por última vez para despedirse de su esposo. El joven iba a besarla en la boca, pero Sana giró un poco la cabeza y le besó la mejilla. Ella no estaba de humor para uno de esos. La chica abrió la puerta trasera del auto y Sana entró de inmediato, sentada elegantemente con los tobillos cruzados y las manos apoyadas en su regazo, siempre mirando al frente. Su nueva guardaespaldas se sentó frente al volante y ambas abandonaron los suburbios en silencio.

Sana estaba muy incómoda. Anteriormente tenía un conductor, pero cuando comenzó a sentirse observada dejó de usar ese servicio y comenzó a conducir su propio automóvil. Se sintió bien durante un año,hasta que se arruinó y se vio algo obligada a tener un guardaespaldas cada vez que salía de casa. El auto se balanceaba suavemente y eso parecía complementar sus pensamientos. Quería llorar, quería gritar, maldecir a todos los idiotas que volvían imposible su vida. Ella quería maldecirse a sí misma. Sana ordenó que se detuviera a tomar un café antes de llegar al hospital. Necesitaba ese fluido vital para sobrevivir el día. El alcohol en la mañana no era una opción solo porque era de mal gusto, de lo contrario..

𝗨𝗻𝗼; 𝗯𝗼𝗱𝘆𝗴𝘂𝗮𝗿𝗱 | satzu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora