˗ˏˋ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐃𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞 ˎˊ˗

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Los rayos de la mañana se adentraban por las persianas del cuarto, pegando de una forma directa sobre el rostro del italiano que yacía recostado en la cama. Había quedado exhausto tras la noche anterior, así que al no tener nada que hacer ese día no pensaba levantarse muy temprano. Sin embargo, la luz en su rostro le molestaba.─Maldita luz, ¿por qué España puso su cuarto justo donde sale el sol?─se quejó por lo bajo, sentándose en la cama para resfregarse el rostro con sus manos.

Ya se había despertado hacía un rato, pero no tenía ganas de levantarse. Se sentía mejor que la noche anterior, al parecer la fiebre había bajado y no sentía su cuerpo tan pesado. No sabía a qué se debía eso, pero le resultaba gracioso pensar que podía deberse a lo sucedido con el español en esa misma cama hacía unas cuantas horas.

Sonrió por eso, sonrojándose sin notarlo. Le había gustado, claro que si. Más de lo que debería, quizás. Se había sentido diferente, ver el lindo rostro de España de esa forma le provocaba extrañas sensaciones en su corazón. Pues no sólo se trataba del encuentro sexual, sinó también del cuidado que había tenido el país con él. Lo había protegido, lo había curado, y se había preocupado por él.

¿Quién carajos hacía eso por alguien más? Ni siquiera estaba obligado a hacerlo, pero no obstante a eso, España seguía ahí, preservándolo en su casa como si fueran amigos de toda la vida. Mordió su labio inferior mientras pensaba en eso, luego suspirando. Hacía rato que se sentía extraño al estar a un lado de España. Pero anoche todo se había intensificado. El encuentro con los coreanos, como lo defendió, la charla con Francia, todo. Todo daba vueltas en su mente y parecía que nada tenía razón de ser.

Se levantó de la cama, yendo al baño del cuarto para poder arreglarse un poco. No tardó en acercarse a la gran ventana y abrirla de par en par, moviendo las cortinas y subiendo las persianas para poder apreciar bien el paisaje. Se veía muy lindo, con un jardín lleno de vida y varias macetas en el balcón que se llenaban de mariposas y colibríes.

Un brillo apareció indudablemente en sus ojos, disfrutando de esa escena tan etérea.─Ahora te entiendo, España.─rió, sacando su mano para que una mariposa se pare en su dedo índice. Se quedó mirando la misma con nostalgia, recordando también la visión que había tenido con su amigo ya fallecido ese día. Dejó ir la mariposa, tomando una bocanada de aire antes de salir del cuarto.─Te entiendo...─y de pronto, todo parecía tener sentido.

Abajo ya se encontraba España, quien se había despertado hacía un rato y decidió dejar dormir al italiano un tiempo más. Desayunaba en silencio mientras mantenía su vista fija en la mesa, estaba muy nervioso y ansioso, y se notaba por la forma en la que movía su pierna con desespero. Se arrepentía de lo que había hecho, y no se refería especialmente al acercamiento sexual con Reino Italia.

¿Cómo se le había ocurrido hacer algo así? Era una persona horrible, y no creía que iba a poder aguantar esa presión un poco más. Se levantó tembloroso, tomando su taza y plato para llevarlo a la cocina y lavarlo. No pudo evitar sollozar en el proceso, pasandose las manos mojadas por el rostro para intentar calmarse. Su nariz se coloraba mucho cuando lloraba, y no quería que el italiano lo vea así.

Éste último vio al español desde las escaleras, por lo cual sonrió inevitablemente. Verlo lo hacía muy feliz, el simple hecho de verlo ahí lo ponía así aunque no esté haciendo nada. Se podía decir que su existencia le alegraba la suya. Al llegar a la cocina lo vio lavándose el rostro, sin pensar nada más que eso, así que no dudó en abrazarlo por detrás. España, que tan metido estaba en su mundo de autodestrucción, se asustó de más al sentir unas manos en su piel.

R-Reino, ya despertaste.─rió nervioso, intentando ocultar lo que le pasaba. Tomó un repasador para secarse el rostro, sintiendo como el italiano lo tomaba de las caderas, moviéndolos con lentitud de un lado al otro, como si estuviera fingiendo piezas de baile.─Hace un rato. ¿Ya desayunaste?─depositó un besito dulce en su cuello, acariciándose luego contra su espalda para poder sentir el olor de esa colonia que tanto le gustaba. Disfrutaba de la forma en la que España se sujetaba el cabello, pues además de quedarle muy bonito le servía también para situaciones como esas.─S-Si, si... Ya... Puedo prepararte algo aún así.

𝐀𝐠𝐠𝐢𝐮𝐬𝐭𝐚𝐦𝐢  ᯽ EspañaxItaliaWhere stories live. Discover now