˗ˏˋ 𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐃𝐨𝐬 ˎˊ˗

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Horas y horas pasaban. Los países invitados, a excepción del español y el canadiense, fueron retirandose de la sala desde la puerta de la que entraron. Todos al salir observaban con diferentes ojos: enojo, duda, y hasta algunos tristeza. Reino Italia observaba a cada uno, aferrandose cada vez más al cadáver de quien alguna vez, fue su pareja.

Finalmente todos salieron del lugar, cada quien siendo escoltado por sus guardias y subiedose a sus respectivos móviles para así ir rumbo a su país.──Reino Italia, necesito que vengas.──se escuchó una voz desde adentro. El italiano elevó su rostro, la puerta estaba entreabierta.

Se levantó cargando al nipón como koala, adentrandose a la habitación abriendo la puerta con la cadera, y luego cerrandola con su talón al ya haber entrado. Las cuatro potencias se encontraban sentadas en la mesa, UK al lado del francés y EUA y Canadá frente a ellos. España estaba sentado en la otra punta aún.──Toma asiento, por favor.──dijo Reino Unido, el italiano no acotó nada, tan solo se sentó en la otra punta, la que estaba frente a la puerta.

Todo se quedó en un silencio levemente incómodo. El francés rascó su garganta, apunto de hablar y explicarle cómo estaba la situación, pero el italiano se le adelantó.──Quiero decirles que acepto la decisión que hayan tomado.──dijo sin mirarlos, acariciando la espalda del japonés.──Hice cosas horribles, al igual que toda nuestra élite. Tienen todo el derecho de darme el mismo destino de mis compañeros.──murmuró aquello último con la voz partida, entrecortada, soltando una lágrima y escondiendose en el cuello del imperio.

Los países se miraron mutuamente, casi sorprendidos, a excepción del estadounidense que seguía sin agradarle la idea. Se cruzó de brazos, frunciendo el ceño.──En realidad, tu vida está perdonada.──dijo el canadiense de forma directa, haciendo que el italiano se sorprenda.

──¿Q-qué?──musitó mirandolo, abriendo sus ojos como platos.──¿U-ustedes van a... v-van a...?──su voz se rompía cada vez más, sus ojos se cristalizaban a tal grado de no dejar que su vision sea perfecta, ya no podía verlos bien.──¿P-perdonarme?

La familia asintió en la cabeza, haciendo al italiano romper en llanto silencioso. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, sus orbes rojiverdozas se encontraban cristalizadas, intentaba por momentos retener sus lágrimas pero, simplemente no podía. Mordió su labio inferior, el cual por cierto temblaba al intentar no soltar sus lágrimas. No sabía por qué no quería soltarlas exactamente... ¿Hipocresía? ¿Creía que debía morir, quizás? Ni él mismo lo sabe. Y si él no lo sabe, nadie más lo sabrá.

Escondió su rostro en el cuello y clavícula del japonés muerto, soltando unas pequeñas lágrimas ahí.──Pero, sin embargo, hay cosas las cuales vas a tener que cumplir para que todos logren perdonarte. No te perdonamos así porque sí, de hecho, algunos nisiquiera lo hicieron, así que debes ganarte su perdón.──habló el de habla francesa. Reino Italia levantó su rostro nuevamente, dispuesto a escuchar todo lo que de diga.

──Primero.──continuó el francés.──Vas a tener que ayudar a todos los afectados por las atrocidades de su Élite con las reparaciones de sus pueblos. En todo lo que necesiten: pintar, martillar. Todo. Vas a tener fechas específicas para poder ayudar a cada uno. Tranquilo, de igual forma no vamos a explotarte, vas a tener tus descansos.──El albi-rojiverdoso asintió varias veces, dispuesto a cumplir con aquella primera condición.

──Segundo. Vamos a tener reuniones cada un mes, con todos los países afectados para así poder saber si estás mejorando o no.──Los otros tres de su familia asentían también, estaban de acuerdo con ese contrato oral que se había hecho. A excepción de Estados Unidos, él aún quería asesinarlo ya por mero placer.

𝐀𝐠𝐠𝐢𝐮𝐬𝐭𝐚𝐦𝐢  ᯽ EspañaxItaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora