Capotulo 20 - Amor revelado.

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El beso duro por unos segundos más, con nuestros labios moviéndose con pasión y deseo. Finalmente, nos separamos suavemente, dejando un rastro de aliento entrecortado entre nosotros. Nuestros ojos se encontraron, ardientes y llenos de emoción.

— Te ves mucho mejor así -dije con una sonrisa juguetona, admirando su torso desnudo-

Fede soltó una risa suave y sus ojos brillaron con diversión. Justo cuando la tensión entre nosotros parecía crecer aún más, un golpe en la puerta interrumpió el momento.

— Parece que el servicio de habitación ha llegado. -Dije en tono de broma-

Fede se levantó con una sonrisa y se dirigió a la puerta. Al abrirla, el aroma tentador de la comida recién preparada llenó la habitación. Fede agradeció al personal del hotel y llevó la bandeja de comida a la cama.

Nos acomodamos para comer juntos, compartiendo bocados y ocasionalmente intercambiando sonrisas cómplices. La comida era deliciosa y la compañía, aún más agradable.

Después de la comida, Fede se acomodó en la cama, y yo me recosté a su lado, apoyando mi cabeza en su pecho desnudo. Sentí el latido reconfortante de su corazón bajo mi mejilla mientras sus brazos me rodeaban suavemente.

Mis dedos comenzaron a acariciar su pecho con suavidad, trazando patrones invisibles sobre su piel. La atmósfera era tranquila y relajada, como si estuviéramos en nuestra propia burbuja de intimidad.

— Fede... -murmuré, nerviosa pero sincera-

Fede me acarició el cabello con ternura y miró hacia abajo, encontrando mi mirada con sus ojos llenos de calidez.

— Dime linda

Tragué con nerviosismo antes de hablar.

— Quiero que sepas que... te amo.

Fede sonrió suavemente y sus dedos apartaron un mechón de cabello que había caído sobre mi rostro.

— Y yo también te amo, Mariana. Desde el momento en que te conocí, algo cambió dentro de mí.

Su confesión me llenó de alegría y alivio. Mi corazón latía con fuerza mientras me permitía sumergirme en la profundidad de sus ojos.

— A veces siento que el que estes aquí conmigo es demasiado bueno para ser verdad.

Fede me acarició el cabello con cariño y su voz era suave y tranquilizadora.

— Estoy aquí porque quiero estar contigo. Eres increíble y especial, y me haces sentir completo de una manera que nunca imaginé.

Me sentí abrumada por sus palabras, por la sinceridad en su voz. Las inseguridades que había sentido se desvanecieron un poco en su presencia.

— Fede, siempre hay una parte de mí que se pregunta por qué estás interesado en mí. Eres tan... todo.

Fede sonrió con ternura y acarició mi mejilla.

— Bueno, eres única y hermosa a tu manera. No hay nadie más como tú.

Mi corazón latía más rápido ante sus palabras, y sonreí tímidamente.

— Gracias, Fede.

Fede se inclinó hacia abajo y depositó un beso suave en mi frente.

— Mariana. Tengo algo que quiero preguntarte.

Levanté una ceja en curiosidad mientras lo miraba.

— ¿Qué es?

Fede me miró con una sonrisa misteriosa.

— ¿Aceptarías ir a cenar conmigo?

— Por supuesto, ¿a dónde iremos a cenar?

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