Capitulo 30 - Respiración a contrarreloj y engaños.

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Desperté temprano en la mañana, sintiendo el cuerpo cálido de Mariana abrazándome con ternura. Su cabeza descansaba en mi pecho, y su suave respiración acariciaba mi piel. Con una sonrisa tierna en el rostro, acaricié suavemente su cabello y susurré su nombre en un suspiro:

— Mariana...

Ella se acomodó aún más cerca de mí, y sus labios curvaron una pequeña sonrisa mientras continuaba durmiendo, ajena a mi llamado. Decidí intentar despertarla de una manera más amorosa.

— Mi amor, despierta. Tengo algo que quiero mostrarte. -Susurré suavemente, acariciando su mejilla con la yema de mis dedos-

Mariana aún no se despertaba, pero suspiró de forma encantadora, aferrándose un poco más a mí. La llamé de nuevo, esta vez con un tono de voz lleno de cariño:

— Mariana, mi vida, es importante. Despierta cariño.

Sus ojos seguían cerrados, pero su expresión reflejaba una dulce rendición al placer del sueño. Seguí llamándola con amor, deseando que se despertara y compartiera este momento especial.

— Vamos, cariño, quiero mostrarte algo que te llenará de amor.

Finalmente, después de varios intentos, Mariana comenzó a despertarse lentamente. Parpadeó con pereza, confundida y adorablemente somnolienta, y murmuró con voz suave:

— ¿Qué pasa, Fede?

Con una sonrisa que irradiaba amor, respondí:

— Ven, mi amor. Quiero ver algo hermoso, y quiero que sea contigo.

Mariana bostezó y se estiró, despertando gradualmente antes de preguntar:

— ¿A esta hora, amor?

Asentí con entusiasmo y cariño.

— Sí, solo para ti. ¿Me acompañarías?

Mariana suspiró con ternura y dijo:

— Pero tengo sueño...

— Ven, te prometo que valdrá la pena. -Le pedí con amor mientras la cargaba suavemente, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío-

Un pequeño suspiro de sorpresa escapó de los labios de Mariana cuando la levanté, y sus brazos se abrazaron alrededor de mi cuello, creando un abrazo amoroso y reconfortante.

— ¿A dónde vamos, Fede? -preguntó, sintiéndose curiosa y emocionada por la sorpresa que le esperaba-

Sonreí mientras la sostenía con ternura.

— Te lo mostraré en un momento. Tengo algo especial para ti.

Nos dirigimos al jardín, donde la luz de la madrugada comenzaba a filtrarse a través de los árboles. Mariana aún estaba adormecida, pero me miraba con los ojos llenos de amor y confianza.

— ¿Qué hora es? -preguntó mientras bostezaba dulcemente, sus ojos brillando con curiosidad y afecto-

— No te preocupes por el tiempo. Estoy seguro de que este momento será inolvidable.

Mariana me miró con los ojos brillando de amor y confianza, y asintió con dulzura.

La llevé hacia unas escaleras que conducían al tejado de la casa, y Mariana frunció el ceño, intrigada pero emocionada por lo que la esperaba.

— ¿Por qué quieres que suba al tejado?

Le sonreí y le dije con una voz llena de amor y ternura:

— Solo hazlo, no es peligroso en absoluto. Te prometo que te encantará.

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