¿𝐍𝐨 𝐨𝐭𝐫𝐨𝐬 𝐨 𝐧𝐨 𝐨𝐭𝐫𝐚𝐬?
Sophia Birlem, una chica que está ingresada por una enfermedad no diagnosticada va a conocer a un chico que viene al hospital por un golpe en la cabeza. ¿Estarán destinados a estar juntos o se quedará todo en un...
Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.
—¿Qué te pasa?— preguntó mi hermano mientras se acercaba a mí y se ponía de cuclillas. Yo ya me había sentado.
—Que estoy mareada— le respondí pasando mis manos por la cara.
—¿Mareada?— preguntó extrañado —¿Por qué?—.
—Gavi...— dije con la respiración agitada —Se ha cortado...— no me dejaron terminar.
—¿Qué se ha cortado?— preguntó Ansu extrañado.
—Con un cristal— dije respirando fuertemente.
—Y lo has visto— supuso mi hermano y asentí mordiéndome el labio —Joder Sophia, sabiendo como te pones para qué te quedas ahí— me regañó.
—No entiendo nada— dijo Ferran.
—Que se marea con la sangre— le explicó Balde.
—Exacto— le dio la razón mi hermano —y en vez de llamarnos se queda ahí, para ponerse mal— dijo mi hermano molesto.
Pasaba de discutir, no me encontraba nada bien para hacerlo.
—Para ponerse mal no— me defendió Ferran — ¿Tu crees que a ella le gusta estar así? habrá intentado ayudarlo y no habrá podido—.
Gracias Ferran.
—Ella sabe que no puede hacer esas cosas, podría haber buscado ayuda—.
—Entre que nos busca y todo— dijo Ferran soltando una risa.
—Eran dos segundos lo que tardaba en llamarnos— se quejó —mira lo rápido que nos ha encontrado Pedri—.
—Guille, en esos momentos no sabes que hacer, solo quieres ayudar a la otra persona— me siguió defendiendo Ferran.
—¿Queréis ayudar a la chavala en vez de estar discutiendo?— dijo Balde cortando la discusión.
Ferran y mi hermano me ayudaron a levantarme. Una vez que estaba de pie, me solté del brazo de mi hermano de una manera un poco brusca y me fui al sofá que estaba más cerca de la terraza con la ayuda de Ferran.
Estaba molesta con los comentarios que había dicho sobre mí, había dicho que me había quedado ahí para ponerme mal.
—¿Por qué te has soltado así? ¿Qué haces?— preguntó mi hermano.
—Déjame en paz, te lo digo enserio— le respondí cabreada mientras me sentaba en el sofá.
—¿Encima te vas a enfadar?— preguntó y no le respondí.
—Guille— habló Ferran —No es el momento—.
—Paso— se fue directo hacia el baño.
Yo estaba sentada en el sofá, estaba un poco echada para delante y presionando mis manos a las sienes.
