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Sudeste de Tailandia
Heitong (ZiMo 11 años, Mew 9 años)

Dios lloraba cascadas sobre las Tierras. Su humor apesadumbrado oscurecía los cielos en pleno atardecer. Ghraib Yuan se encontraba en la Sala del Consejo explicándoles a sus guerreros la próxima contienda. Habían veinte hombres a su alrededor escuchando al gran líder cuando oyeron un gran alarido desde las puertas. Un grito femenino. «¡PADRE! ». Solo esa palabra bastó para hacer a Ghraib correr. Su única y primera hija lo llamaba. Su hermosa Jean Chi. Los guerreros corrieron con él hasta que la escena los inmovilizó a todos excepto el progenitor.

Una de las puertas aún abierta exponiendo el tormento en el exterior y la otra cerrada. A centímetros se encontraba Jean acostada sobre su pecho pidiendo a su padre con una mano. Había una enorme mancha de sangre en su pecho y la misma solo crecía. Ella vestía un traje azul cian con una diadema circundando su coronilla frontal. Ghraib llamó su nombre y de rodillas, la aplazó sobre su regazo. Tomando la fría mano de Jean.

—¿Qué fue lo que te sucedió? ¿Quién te hizo esto?

Una línea de sangre abandona sus labios. Entre temblores intenta mirar al hombre. —Papá...

—Jean-Chi.

—Lo siento, — Llora. —por todas las veces que te traté mal, — Ghraib puede recordar por qué ella dice esto. Una vez en la Sala del Consejo él le contaba su plan para desposarla a una nación, pero ella tiró las figuras fuera del mapa y lo miró mal. Siempre miraba así a su padre. Lo odiaba por obligarla a casarse. —las veces que traté mal a mamá. Yo no quería. Juro que no quería, papá. Es que me sentía tan enojada, la rabia dentro de mí ardía, — Jadea mirando abajo a su propio pecho ensangrentado. Ghraib niega repetidas veces igual de herido. «No, mi niña, no tienes la culpa de eso. Tenías todo el derecho de enojarte. Todo. » Lágrimas ruedan por sus mejillas y caen en las mejillas de Jean. «He sido un mal padre. »

—Estaba tan cansada que le dije al líder del clan Beun que no me casaría con él, papá. Que no lo amaba. Él sacó su espada y me...

Furia envolvió el cuerpo de Ghraib. Quemando como si estuviera prendido en llamas. La madre de Jean se acercó, pero ocultó a los pequeños ZiMo y Mew en un abrazo para que ellos no vieran la escena. Ella rompió en quebranto al ver a su hija así. «Qué fue lo que sucedió.» Alargó las palabras.

—Puedes irte en paz, Jean-Chi. A pesar de todo, yo nunca he dejado de amarte, ¿sí? — Ghraib cerciora mientras su cría adolescente lo mira a la cara.
«Te amo, papá...» Jean susurra hasta morir en sus brazos. La madre solo grita mientras que Ghraib cierra los ojos. Él la abraza con todas sus fuerzas, uniendo su frente a la de quién seguía siendo su pequeña hija. La primera y única niña. Poco a poco se distancia de ella para rugir a los guerreros de atrás:

—Le daremos un entierro apropiado y en unas horas, atacaremos al clan Beun.

ZiMo observó a su padre sobre la falda de la madre y juró haberlo visto: el vientre dentro de sus ojos que anhelaba nada más que venganza y las llamas enumeradas listas para consumirlo todo. La ira de Ghraib funcionó a la velocidad de un guepardo y con la fuerza de un águila. Incluso los hombres más valientes temblaban ante su presencia, pero la ira de hoy estaba a otro nivel.

•••

Bajo la lluvia y sobre la tierra mojada, hizo que sus hombres cavaran una tumba para su hija. Y se paró frente a su familia en silencio. Manos reunidas sobre su regazo. La esposa, aunque encogida por el frío, acariciaba la cabeza de los críos como si quisiera consolarlos. Pero ZiMo escapó del suave consuelo. Se escabulló tan silencioso como pudo. Sus botitas apenas resonaban en el barro. Y cuando llegó a la tumba solo para echar un vistazo al cadáver de su hermana envuelta en sábanas, el barro casi cede bajo sus botas.

MIS AMADOS HIJOS⚜︎ MewGulf -TorGunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora