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Entre pitillos y sorbos de vino, fue tocando, una tras otra, todas las canciones que sabía. Interpretó unas diez de bossa nova y otras muchas de Rogers and Hart, Gershwin, Bob Dylan, Ray Charles, Carole King, los Beach Boys, Stevie Wonder, y también Ue o muite arukoo, Blue Velvety Green Fields. En fin, todo tipo de música. A veces cerraba los ojos, o ladeaba la cabeza, o tarareaba siguiendo el compás de la música.

Tras el vino, echamos mano de la botella de whisky, Derramé el vino que había dentro de la copa sobre la linterna y llené la copa de whisky. -¿Cuántas canciones tenemos ahora?

-Cuarenta y ocho -contesté.

La que hizo cuarenta y nueve fue Eleanor Rigby, y al final volvió a tocar Norwegian Wood. Al llegar a la canción número cincuenta, Reiko se tomó un respiro y bebió un trago de whisky.

-Tal vez sea suficiente.

-Desde luego. Es increíble.

-Ahora, escúchame, Jungkook. Olvidate de lo triste que fue aquel funeral. -Reiko me miró a los ojos-. Acuérdate sólo de éste. Ha sido precioso, ¿no es cierto?

Asentí a sus palabras.

-Una canción más de propina -dijo Reiko.- Tocó, como número cincuenta y uno, la Fuga de Bach de siempre.- Jungkook, te apetece hacerlo? -me susurró al terminar de tocar.

-Es extraño -reconocí-. Yo estaba pensando lo mismo.

En la habitación oscura, con las ventanas cerradas, Reiko y yo nos abrazamos como si fuera lo más natural del mundo y buscamos el cuerpo del otro. Le quité la camisa, los pantalones, la ropa interior.

-He llevado una vida curiosa, pero no se me había pasado por la cabeza la posibilidad de que algún día un chico de veinte años me quitara las bragas.

-Prefieres quitarlas tú?

-No, no. Quitamelas tú. Pero estoy arrugada como una pasa, no vayas a llevarte una desilusión.

-A mi me gustan tus arrugas.

-Voy a echarme a llorar.-  susurró Reiko.

La besé por todo el cuerpo y recorri con la lengua sus arrugas. Envolví con mis manos sus pechos lisos de adolescente, mordisqueé suavemente sus pezones, puse un dedo en su vagina, cálida y húmeda, que empecé a mover despacio.

-Te equivocas, Jungkook -me dijo Reiko al oido- también es una arruga.

-Nunca dejas de bromear? -le solté estupefacto.

-Perdona. Estoy asustada. iHace tanto tiempo que no lo hago! Me siento como una chica de diecisiete años a la que hubieran desnudado al ir a visitar a un chico a su habitación.

-Y yo me siento como si estuviera violando a una chica de diecisiete años.

Meti el dedo dentro de aquella arruga, la besé desde la nuca hasta la oreja, le pellizqué los pezones. Cuando su respiración se aceleró y su garganta empezó a temblar, le separé las delgadas piernas y la penetré despacio. -Ten cuidado de no dejarme embarazada. Me daria vergüenza, a mi edad.

-Tendré cuidado. Tranquila -dije..

Cuando la penetré hasta el fondo, ella tembló y lanzó un suspiro. Movi el pene despacio mientras le acariciaba la espalda; eyaculé de forma tan violenta que no pude contenerme. Aferrado a Reiko, expulsé mi semen dentro de su calidez.

-Lo siento. No he podido aguantarme -me excuse.

-¡No seas tonto! No hay por qué disculparse -bromeó Reiko dándome unos azotes en el trasero-. Siempre que te acuestas con Omegas, ¿piensas tanto?

Triángulo Amoroso- JinKook/KookMin✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora