Cap 13

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—¿Cómo pudo hacer eso?—Alexa niega enojada—. Por dios, han estado juntos desde jóvenes, te pidió matrimonio. ¿Por qué pedirte matrimonio si te es infiel?

—No lo sé, pero ya no me importa—me encojo de hombros—. Sé que yo también cometí un error, Alexa, pero le dije la verdad, se lo conté y decidió perdonarme. Pero claro, por supuesto que me iba a perdonar ¿con qué moral podría juzgarme?

—Al menos tú tuviste los cojones de decírselo a la cara—sisea—, él te lo ha estado ocultando y actuando como si nada pasara. Y además, si él te fue infiel antes, tu error no es tan grande, es su maldito karma.

—Supongo—suspiro—. Y en cuánto a Christopher...

—No lo necesitas—niega—. Como hermana, te aconsejaría que simplemente enfrentaras a Arthur y buscaras algo mejor; pero como sé que no vas a hacer eso hasta que sientas que están iguales, entonces busca a otro que no sea Christopher.

—Ya sé, podría—asiento—. Quizás lo haga, al final de todo, es ojo por ojo ¿no?

—No es sano—me recuerda—, no es la mejor forma de proceder. Pero al final de todo es tu decisión, y si quieres hacerlo no podría juzgarte, él lo empezó.

—Sé que no es lo mejor, no soy idiota—muerdo el interior de mi mejilla—. Quiero ese momento de satisfacción, quiero que cuando sepa que seguí haciéndolo le duela en su maldito ego de niño caprichoso. Que le duela tanto como a mi.

¿Cometí un error? Maldición si. No debí tener ese momento con Christopher, debí manejar mi calentura y simplemente irme. Pero cuando eso pasó en seguida me arrepentí. Amo a Arthur, o lo amaba, y estaba dispuesta a aceptar romper si eso era lo que quería.

Que haya cometido ese error no quita que lo amara y que su traición haya dolido. Estoy en todo mi derecho de sentirme mal sin importar lo que hice porque son mis jodidos sentimientos y no puedo controlarlo.

¿Merecía que me fuera infiel? Con un demonio, claro que no. Soy una mujer hermosa, inteligente, fuerte y exitosa; y es exactamente por eso que quiero demostrarle que, aunque lo supe, no me hundí; al contrario, hice lo mismo que él.

No pueden juzgarme por hacer lo mismo que hace un hombre, sería jodidamente hipócrita.

Puede que mi momento con Christopher haya sido un error, pero lo que viene no lo será; solo seré yo disfrutando con otras personas, exactamente lo mismo que él hace.

—Bien, entonces salgamos a bailar—mi hermana me saca de mis pensamientos—. El viernes es la inauguración de un nuevo club. Iremos y tú vas a disfrutar de tu poco sana venganza.

Río.

—Por supuesto que si.

***

Christopher

Un día después...

—Me importa una mierda, haz que firme el jodido divorcio—le ordeno a mi abogado—. No importa como lo logres, solo hazlo.

Maldita sea, esa loca de mierda tiene que firmar el divorcio antes de que la mate y salga de la situación convirtiéndome en viudo. Y quizás sería la mejor solución.

Desde nuestra llegada a Londres, el divorcio de Sabrina ha estado jodiendome la cabeza. La petición de cierta mujer no tiene absolutamente nada que ver.

Solo me hizo recordar que quiero liberarme de esa loca lo más rápido posible. Pero no porque acceda a su petición, sino porque estoy cansado de tener algo que me ate a los Lewis.

Sabrina Lewis, Adeline Jhonson. Estoy rodeado de mujeres que creen que pueden doblegarme. Es un maldito chiste.

Adeline es solo una caprichosa con sed de venganza hacia su prometido, el imbécil que tuvo los cojones de engañar a una mujer como ella.

¿Ha visto a su prometida? Es la mujer más hermosa y sexy que jamás hubiera visto, tiene ese algo que la hace imposible de pasar por alto y parece envolver a las personas en su dedo. Hay que ser demasiado imbécil para dejar ir a una mujer como Adeline.

Ella es sin duda descarada, al ponerme condiciones. ¿Cree que quiero una maldita relación? Es solo follar. Y no juzgo lo que pidió, juzgo que me haya puesto condiciones como si ella llevara el control de la situación.

No ha existido la primera mujer que me haga ceder, jodidamente primero me cortaría las bolas antes de que eso pase.

Salgo de mi oficina, con ganas de buscar algo en lo que pueda descargarme, pero cuando salgo me encuentro con Adeline hablando con Alan, uno de los cadetes.

¿Un cadete? ¿En serio?

Ella sonríe radiante y él acaricia su mano, como si fueran unos jodidos adolescente que no pueden soltarse.

—Soldado—llamo su atención y se aparta rápidamente de Adeline, que hace el debido saludo de forma indiferente—. ¿Le parecen correctas las muestras de afecto en la central, soldado? ¿Quiere un castigo?

—No, coronel, solo somos amigos—se apresura a explicar el soldado—. Ella tiene...

—No me interesa, lárgate—ordeno y rápidamente desaparece de mi vista, dejando a una enojada Adeline—. ¿En serio? ¿Estás urgida?

Sus ojos destellan con enojo y levanta la barbilla, no retrocede ni un jodido centímetro ante mis palabras, al contrario, se acerca hasta casi tocar mi pecho, obligándome a bajar la cabeza para mirarla.

Solo se saco poco menos de una cabeza, pero ella sigue teniendo que mirar hacia arriba para verme a los ojos.

—El soldado solo me revisaba la herida, Coronel—sisea—. Me lastimé durante el entrenamiento y debo ir a la enfermería.

Tomo su muñeca sin dejar de mirar sus ojos y me mantengo ahí un par de segundos antes de mirar la herida abierta en la palma de su mano.

Saco un pañuelo de mi bolsillo y lo presiono contra su herida haciéndola sisear y tirar de su mano, pero la sujeto con fuerza para parar su sangrado. «No es muy profundo, pero sin duda necesita que la curen»

—Cuando debas ir a la enfermería, ve, no te quedes hablando con inútiles—ordeno y bufa—. ¿Por qué estás en este piso si buscabas la enfermería?

—El ministro me mandó a llamar, pensaba hablar con él antes de ir—explica y asiento sin dejar de presionar su herida—. ¿Puede soltarme? Aún tengo que ir.

—¿Quieres dejar de comportarte como una niña?—cuestiono—. No voy a follar contigo, pero no tienes que comportarte con tal inmadurez.

Me mira con diversión.

—¿Me extraña, Coronel?—pregunta con burla—. ¿Me extrañas durmiendo a tu lado?

—No, cuando duermes eres demasiado pegajosa y siempre terminas sobre mi—suelto con frialdad y sus mejillas se vuelven rojas haciéndome enarcar una ceja

El sonrojo de sus mejillas le da luz a su rostro.

—Es mentira—contradice, pero ambos sabemos que digo la verdad

Más de una vez tuve que ducharme con agua fría debido a que tiene una mala costumbre de mover las manos mientras duerme, y cada vez tuve que quitar su mano de mi polla dura como una maldita piedra.

—Sabemos que no, Nena—la miro a los ojos y ella respira profundo antes de rodar los ojos

—No me llames así, no soy tu ligue—bufa, quitando su mano de la mía—. Y con permiso, tienen que curarme.

—Una cosa más—me inclino y rozo mis labios contra su mejilla haciéndola suspirar—. Tenemos una reunión mañana en la noche con tu jefe.

Ella resopla empujándome con su mano no herida y yo río burlándome de ella y el sonrojo que se empeora.

—Jodete—sisea antes de alejarse enojada

No puedo evitar mirar su lindo trasero mientras se va, sintiendo mi polla punzar con la necesidad de follármela.

Ella va a ceder. Pero mientras tanto, necesito encontrar a Angela.

Flames of passionWhere stories live. Discover now