Cap 23

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—Veo que te gusta el arte—comenta Christopher cuando entramos a mi departamento, y río dándole un breve vistazo a las pinturas en las paredes

—Me gusta mucho el arte—confirmo, encaminándome a la habitación con él siguiendo mis pasos—. Arthur también tiene su... gusto por el arte. Dice que hace que cualquier espacio se vea elegante y con buen gusto.

—Ya.

—Ya—repito, entrando a la habitación—. ¿Debería empacar más de un par de bragas? Tienes cierto gusto por robártelas. ¿Qué haces con ellas, por cierto?

Me adentro al vestidor, abriendo el cajón de ropa interior antes de sentir sus manos deslizarse por mi cintura.

—Me masturbo con ellas—murmura y río

—Linda imagen mental—recuesto mi cabeza en su pecho, dejando que sus manos tomen mis pechos—. No podemos, no aquí...

—¿Por qué no?—sus labios acarician mi cuello, haciéndome suspirar—. ¿No te gustaría? Restregarle en la cara que follamos incluso en la misma cama dónde dormías con él.

—No lo sé...—dudo, pero jadeo cuando presiona su erección contra mi trasero

—Adeline—deja un beso húmedo en mi cuello—, no te creí miedosa.

—No uses eso para manipularme—me doy la vuelta, encontrándome con sus ojos, profundos y abrazadores que me dejan sin aire por unos segundos—. Y no intentes darme esa mirada seductora.

Sonríe.

—¿Mirada seductora?—aparta un mechón de cabello de mi rostro—. ¿Te seduzco con la mirada?

—Idiota—lo empujo, tomando cuatro bragas a juego con sujetadores y tomando una mochila—. Hazme un favor y abre ese armario de ahí, quiero ver que puedo ponerme...

—Vestidos—no me deja terminar—. Te quiero siempre accesible.

—Vamos a trabajar—le recuerdo

—¿Quién dijo que no se puede follar en el trabajo?

—¿Recursos Humanos?—enarco una ceja y me lanza una mala mirada—. No me mires así, en verdad necesitamos avanzar con eso, y no lo haremos si pasamos todo el día follando.

—Como sea—abre la puerta del armario, dejándome ver mi ropa

—Toma los shorts de jean y un vestido—resoplo y sonríe victorioso, haciéndome rodar los ojos—. Dios, eres como un niño.

Salgo a la habitación, abriendo los cajones de mi mesita de noche para buscar mis lentes

—Joder, tu cama es incómoda—se queja Christopher cuando se sienta en la cama

—Bueno, no es una cama de tres mil dólares, majestad—bufo, metiendo la caja de los lentes en la mochila—. Eh... creo que ya llevo todo.

—Entonces ven aquí—pide, palmeando su regazo y enarco una ceja—. Ven, Adeline.

Resoplo, encaminándome hacia él de mala gana, dejando que me siente en su regazo.

—¿Qué quieres hacer?—pregunto, sintiendo sus manos deslizarse por mis muslos hasta tomar mi trasero—. Christopher...

—Si no lo quieres, dilo, pero si vas a aceptarlo deja de quejarte—se inclina a besar mi clavícula y cierro los ojos, disfrutando del roce de sus labios que me eriza la piel—. Tomo eso como un si.

Une nuestros labios en un beso profundo, acariciando mi lengua con la suya, dejándome vulnerable por la forma tan experta y deliciosa en la que me reclama

Flames of passionWhere stories live. Discover now