Cap. 4 - Campeón del Coliseo

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Ver como arrastraban a Blanco encadenado al interior de la fortaleza sobre la arena hizo que se le hirviera la sangre. Estaba tan molesto que ni siquiera era capaz de detener su propio cuerpo.

Sus pisadas se marcaban sobre la arena caliente, pero el dolor en sus pies por el calor era insignificante comparado con el dolor que sentía en el pecho. Kanan nunca había desarrollado algún tipo de afecto por alguien desde que inició como un Marine Espacial, pues el propio código de su legión se lo impedia, como para todas los soldados sin importar el rango o destinación. Así que ni siquiera supo identificar lo que sentía por Blanco. Lo veía como un amigo y un compañero, más allá que una mascota. Era como el hermano feo que nunca tuvo.

Los dos orcos que custodiada la entrada de la pequeña fortaleza se mostraron curioso ante la extraña silueta que el calor ardiente del día deformaba. El resplandor sobre la arena era muy incomodo, pero cuando vieron lo que se acercaba no pudieron contener una carcajada burlona.

¿Qué tipo de chiste era ese? ¿Un orco vistiendo pieles? ¡Que poco civilizado! No como ellos con sus pedazos de "armadura" de metal. Ademas... ¿Eso era pelo? Tenia que ser un error. Tenía que ser una broma. No siquiera era un buen orko. ¡Que patético! Seguro sería una buena idea burlarse de ese tonto. Al menos podrían divertirse un rato en ese día tan aburrido.

Orko 1: - Ja ja ja. Mira ke tenemoz akí. ¿Akazo ez un orko? -

Orko: 2: - Impozible. Mira eza kara de tonto. Zeguro ez un znotlingz muy grande. Ja ja ja. -

Orko 1: - Menuda abominación. Ja ja ja. -

Los dos guardias se seguían burlando de Kanan, completamente ignorante de sus intensiones. No era para nadie un secreto de la poca inteligencia de la mayoría de los orkos, pero a veces podían ser más idiotas e irritantes de lo habitual. Kanan no tenía tiempo para esas estupideces.

Orko 1: - Oh, pero mira. Pareze que el tonto está enfadado. -

Orko 2: - Zeguro kiere... -

Las palabras del orko se interrumpieron de golpe cuando las garras de Kanan atravesaron su cuello y le arrancaron la cabeza. No hubo aviso, no hubo piedad. Un una mirada capaz de intimidar a la propia muerte y connuna indiferencia propia de un cadáver, Kanan no dudo en matar a su "semejante." Si es que podría decir eso.

El otro orko miró aterrado como la cabeza de su compañero volaba por los aires hasta chocar contra el muro de metal, mientras su cuerpo sin vida se precipitada sobre la arena del desierto, manchando de rojo el tapiz dorado de sus pies.

El orko que aún podía respirar trato de desenfundar su arma en vano, pues Kanan lo agarró por el cuello con su mano derecha mientras con la izquierda agarró la mano del orko que trataba de alcanzar su pistola. Pero su miedo duró poco, pues un dolor atormentante se originó en su mano, al mismo tiempo que sus hueso se quebraba ante la fuerza del extraño de pelo blanco.

El grito del orko resonó por todas lados como un llamado de la muerte. El guardia pensaba que ya le había llegado su hora, maldiciendo el hecho de no morir en una buena batalla. No podía haber más deshonra para un orko que morir de esa manera, pero una voz grave llena de ira lo sacó de sus pensamientos.

Warhammer 40k Fanfición -La Venganza del RenacidoWhere stories live. Discover now